Comentamos un artículo del profesor Jeukendrup (2023). La deficiencia de hierro es un problema frecuente entre los atletas, lo cual puede afectar significativamente la consistencia del entrenamiento y el rendimiento si no se trata adecuadamente. En la medida de lo posible, esto debería corregirse mediante una buena nutrición que incluya alimentos ricos en hierro y que sean fácilmente absorbidos, y posiblemente con el uso de suplementos de hierro. En casos graves y cuando el enfoque de la nutrición no es efectivo, se puede considerar el uso de terapia de hierro parenteral (infusiones o inyecciones de hierro).
Deficiencia de hierro
Múltiples mecanismos están relacionados con la pérdida de hierro durante el ejercicio, incluyendo el sudor, la pérdida de sangre gastrointestinal, la hemólisis y los cambios en la hormona reguladora del hierro (hepcidina) que controla la absorción de hierro a partir de la alimentación después del ejercicio. Como resultado, hay numerosos enfoques para abordar una deficiencia de hierro, que van desde ajustes en la dieta hasta la suplementación oral o parenteral de hierro. Sin embargo, el enfoque adecuado para abordar una deficiencia de hierro generalmente está determinado por la gravedad del problema.
Restauración del estado de hierro
El consumo de hierro a través de alimentos o mediante suplementos de hierro oral se puede utilizar para abordar las reservas bajas de hierro, aunque la propensión del intestino a absorber hierro a través de estos enfoques puede estar influenciada por numerosos factores, incluido el ejercicio en sí. En consecuencia, los estudios destacan la importancia de cronometrar el consumo de hierro dentro de los 30 minutos del ejercicio (antes o después) para una absorción óptima. Además, la ingesta matutina parece ser más efectiva que la vespertina, probablemente debido a las variaciones diurnas en la actividad de la hepcidina que afectan la absorción de hierro. Además de los problemas con la absorción en el intestino, también se puede señalar que se necesitan aproximadamente 8-12 semanas de suplementación oral consistente para lograr mejoras significativas en el estado de hierro, y aun así, la mejora puede ser pequeña (es decir, la suplementación oral durante este período solo podría devolver a un atleta anémico a un estado de deficiencia de hierro no anémico). En consecuencia, para atletas con deficiencia de hierro severa (anemia), la provisión de hierro parenteral (es decir, infusiones o inyecciones) puede ser una solución viable, ya que evita las limitaciones de absorción en el intestino y suministra hierro directamente en la circulación.
El tratamiento con hierro parenteral a través de la administración intravenosa (IV) se ha convertido en un enfoque cada vez más utilizado para abordar la deficiencia de hierro en atletas, con formulaciones que han evolucionado en la última década para ofrecer dosis seguras en la circulación en una sola infusión. Formulaciones como la carboximaltosa férrica y el ferumoxitol tienen un perfil de seguridad favorable con efectos adversos graves limitados; sin embargo, el tratamiento con hierro intramuscular, aunque efectivo, es un enfoque menos preferido en comparación con la administración de hierro IV, debido a indicaciones negativas como el dolor, la decoloración de la piel y el potencial impacto adverso en el entrenamiento o la competencia inmediatamente después del tratamiento.
La eficacia de las formulaciones IV en normalizar rápidamente los parámetros hematológicos es una ventaja significativa, especialmente en casos graves de deficiencia de hierro. Por ejemplo, una dosis de 300-500 mg de hierro IV puede aumentar los niveles de ferritina sérica en un 200-400%, con concentraciones máximas de ferritina que se producen después de 7-9 días y el aumento de la hemoglobina dentro de 2-3 semanas.
El impacto de los enfoques de hierro parenteral en los resultados de rendimiento en atletas varía según la gravedad de la deficiencia de hierro. En atletas no anémicos, los estudios demuestran que la suplementación con hierro IV no mejora significativamente el rendimiento. En consecuencia, la eficacia en el rendimiento es notablemente mayor en atletas anémicos con bajas concentraciones de ferritina sérica antes de la infusión (es decir, <20 ug/L).
Los impactos a largo plazo y las tasas de disminución de la ferritina sérica después de una infusión de hierro IV varían entre los atletas, lo que hace necesario un seguimiento individualizado y posiblemente tratamientos subsiguientes. La investigación que explora las tasas de disminución de la ferritina sérica después de la administración de hierro parenteral recomienda realizar pruebas sanguíneas a las 4 semanas y a los 6 meses posteriores a la infusión para evaluar la eficacia del enfoque de manera individual. Además, al utilizar enfoques de hierro IV, se deben tener en cuenta consideraciones especiales con respecto al cumplimiento de las regulaciones antidopaje, especialmente en lo que respecta a los volúmenes de infusión IV (>100 mL por período de 12 horas).
En resumen, la terapia con hierro parenteral es valiosa para los atletas, especialmente en casos graves o cuando se requiere una reposición rápida. Sin embargo, el uso indiscriminado de hierro IV no está justificado y, por lo tanto, este enfoque de tratamiento solo debe ser recomendado y supervisado por un médico entrenado para garantizar el cumplimiento de cualquier regulación antidopaje. Finalmente, un enfoque individualizado para las necesidades específicas de cada atleta es esencial para maximizar los beneficios.
Acceso libre al artículo original en: Jeukendrup A, 2023.