Las consecuencias a medio y largo plazo para la salud del contagio con el COVID-19 no son bien conocidas. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Paneroni y col, 2020; Am J Phys Med Rehabil 11-nov; doi: 10.1097/ PHM.0000000000001641) cuyo objetivo fue evaluar la fuerza muscular y la capacidad física, la disnea y grado de fatiga, después de un episodio agudo de contagio por COVID-19 que derivó en neumonía, en pacientes sin afectación del aparato locomotor previo a la infección. Los resultados mostraron una debilidad de cuádriceps y bíceps en el 86% y 73% de los pacientes, respectivamente. La contracción máxima voluntaria (MVC) de cuádriceps fue de 18,9 (6,8) kg y para bíceps de 15,0 (5,5) kg, correspondiendo al 57% y 69% de los valores predichos. En el test de levantarse de la silla durante 1 min, se obtuvieron datos correspondientes al 63% de los valores predichos. Al final del test, el 24% de los pacientes mostraron desaturación inducida por el ejercicio. La disnea y la fatiga se registró en un alto porcentaje de pacientes asociado al test de la silla. La elevada prevalencia del deterioro de la fuerza muscular y descenso de la capacidad física en pacientes recuperados de neumonía asociada al COVID-19 que necesitaron hospitalización si afectación previa del sistema locomotor sugiere la necesidad de los programas de rehabilitación después de recibir el alta médica.
Es muy frecuente la afectación muscular post-COVID-19 tanto en personas sanas no deportistas, como en deportistas. Por supuesto, esa afectación es mayor en pacientes con patologías previas y personas de edad avanzada. Los programas de rehabilitación han de ponerse en marcha lo antes posible con el fin de recuperar la función muscular con la mayor prontitud.