Rigidez arterial y entrenamiento de fuerza

enfermedad-arterias(post destacado 2016) La rigidez arterial es un predictor de morbimortalidad cardiovascular en la población general, y su aumento está relacionado con cambios estructurales arteriales, tales como fragmentación de la elastina e incremento del colágeno tipo iii que genera mayor rigidez, calcificación arterial y alteraciones de las proteínas de la matriz. Existen discrepancias acerca del impacto del entrenamiento de fuerza (RET) sobre la rigidez arterial. En ese contexto de falta de consenso las cargas aplicadas en los entrenamientos de fuerza (pesadas o ligeras), la salud cardiovascular de los participantes y el método de valoración de la rigidez arterial, son factores confundentes que dificultan establecer conclusiones. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Au y col, 2016; Med Sci Sports Exerc 23-sep) cuyo objetivo fue investigar los efectos de protocolos de entrenamiento de fuerza pesados vs ligeros sobre la rigidez arterial central y local en hombres jóvenes entrenados. Los participantes fueron aleatoriamente asignados a un programa supervisado de entrenamiento de 12 semanas que consistió en 3 series de 8-12 repeticiones (carga pesada, LR) o a otro de 3 series de 20-25 repeticiones (carga ligera, HR) hasta el fallo. Otros sujetos fueron asignados a un grupo control que mantuvo sus hábitos de actividad física (CON). La rigidez arterial central (pulso carotideo-femoral) y local (distensibilidad arteria carótida), así como la masa ventricular izquierda fueron evaluados antes y después del periodo de entrenamiento. Los resultados mostraron un descenso de la rigidez arterial central con ambos protocolos de entrenamiento, sin cambios en la distensibilidad de la carótida o masa ventricular izquierda. No hubo cambios en el grupo control. Los autores sugieren que la rigidez arterial se redujo después del entrenamiento de fuerza, independientemente de la carga utilizada. Los resultados refuerzan la idea del papel del entrenamiento de fuerza en la promoción de adaptaciones positivas sobre la función vascular.

En habitual que las personas que buscan salud, y no rendimiento, acaben asumiendo o tratando de asumir, programas de ejercicio vinculados a la mejora del rendimiento. En la fuerza si cabe es aún más frecuente. Todos los que tenemos alguna responsabilidad en educar a las personas que utilizan el ejercicio para mejorar la salud o prevenir enfermedades debemos asesorarles con conocimiento científico con el fin de hacerles ver que en el vínculo que se establece entre ejercicio y salud, “más no siempre es mejor”.

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