Movilización de células progenitoras endoteliales por volumen de ejercicio

Las células progenitoras endoteliales (EPC) se han propuesto durante las últimas dos décadas como un índice pronóstico y una herramienta terapéutica para las enfermedades derivadas de disfunción endotelial como la arteriopatía coronaria (CAD), la enfermedad coronaria, hipertensión arterial pulmonar, y enfermedad arterial periférica. Las EPC juegan un papel clave en la función del endotelio normal, y junto con el factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF) están involucradas en la reparación del endotelio lesionado y en el proceso vital de vasculogénesis facilitado por el ejercicio. La vasculogénesis es promovida por la diferenciación de células progenitoras derivadas de hemangioblastos e implica la formación de novo de una red capilar primitiva.

Esto ha llevado a los investigadores a estudiar la asociación de EPC en pacientes con enfermedad cardiovascular (ECV) y observar el valor clínico de los beneficios inducidos por el ejercicio.

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El ejercicio regular induce cambios beneficiosos en el perfil de lipoproteínas de los pacientes con ECV, mejora la perfusión y mejora la vasorrelajación dependiente del endotelio y la función endotelial. Un volumen adecuado de ejercicio (basado en la duración y la intensidad) produce efectos beneficiosos para la salud y promueve la salud cardiovascular. La alta intensidad, dentro de límites fisiológicos tolerables, parece inducir efectos favorables sobre la función vascular en pacientes con ECV. Ciertos estudios han observado disfunción de EPC debido a respuestas inflamatorias sistémicas y localizadas y estrés oxidativo en pacientes con ECV. El ejercicio produce un efecto antiapóptotico en las EPC y mejora su número. Este proceso se basa en el aumento inducido por el ejercicio de la biodisponibilidad del óxido nítrico que regula la activación de VEGF, un componente principal y mediador de la regulación ascendente de EPC que contribuye significativamente a los efectos del ejercicio en la diferenciación de EPC. De hecho, el estímulo de ejercicio individualizado, adaptado y correctamente prescrito promueve la movilización de EPC que ingresan a las regiones isquémicas, regeneran los vasos y forman otros completamente nuevos mediante la división celular y la diferenciación en células endoteliales.

Numerosos estudios han evaluado la función endotelial y el aumento de EPC y han resaltado la importancia del ejercicio en relación con la salud. Esta área, sin embargo, requiere un análisis más profundo. Dos metaanálisis previos con pacientes cardiovasculares informaron que el entrenamiento aeróbico y combinado (aeróbico y de fuerza) de intensidad moderada mejoró los niveles de EPC y mejoró la función y reparación endotelial. Sin embargo, recientemente, dos revisiones sistemáticas informaron la movilización de EPC en pacientes con ECV y poblaciones sanas sin tener en cuenta el volumen de ejercicio (es decir, intensidad y duración). Más aún, la evaluación de la respuesta de EPC al ejercicio en participantes entrenados que realizan ejercicio de intensidad y/o duración extenuante como en el caso de los atletas no fue incluida en los estudios mencionados anteriormente. Por lo tanto, se requiere más evidencia para definir la respuesta inducida por el ejercicio al número de EPC. Por ejemplo, el tipo de ejercicio para inducir la movilización de EPC no se ha aclarado, pero el volumen de ejercicio requerido, así como la dosis adecuada de intensidad y duración, siguen siendo un desafío. Además, queda por ver si el ejercicio aeróbico continuo y de intervalos provoca un grado de movilización de EPC o no. Los efectos de la fuerza y el ejercicio combinado también requieren un análisis exhaustivo.

Este metaanálisis tuvo como objetivo examinar la movilización de EPC inducida por el ejercicio y si tiene un impacto en VEGF en pacientes con ECV e individuos sanos. Se identificó un total de 1460 participantes (36 estudios).

Los resultados mostraron que el entrenamiento aeróbico estimula la movilización de EPC y aumenta el VEGF en pacientes con ECV e individuos sanos. El ejercicio aeróbico agudo y el ejercicio de fuerza mejoran el número de EP en individuos sanos. El entrenamiento aeróbico y de fuerza combinados aumentan la movilización de EPC en pacientes con ECV. Un volumen de ejercicio adecuado (>60 %VO2max >30 min; P = 0,00001) produce resultados deseables.

En resumen, nuestro estudio respalda lo publicado en la literatura relevante. El papel de la movilización de las EPC se puede facilitar a través del ejercicio para regenerar el endotelio lesionado y promover la angiogénesis. El entrenamiento físico como intervención física no farmacológica aumenta el número de EPC, promueve la acción del VEGF, mejora la función endotelial y puede usarse como un enfoque terapéutico complementario en pacientes con ECV. En la actualidad, el ejercicio aeróbico continuo (∼3–5 veces/semana, 40–60 min/sesión al 65–75 % del VO2 máx.) parece ser el modo estándar para promover la movilización de EPC tanto en poblaciones de pacientes con ECV como en individuos sanos. Sin embargo, la intensidad y la duración (es decir, el volumen de ejercicio) juegan un papel dominante en la regulación del resultado clínico de la intervención. El entrenamiento interválico de alta intensidad (∼30 min/sesión al 80–85 % del VO2máx.) produce resultados deseables. El metaanálisis respalda una relación dosis-respuesta de la movilización de EPC cuando el volumen de ejercicio requerido se ajusta dentro de límites críticos. Sin embargo, los niveles exactos de intensidad y duración aún deben examinarse más a fondo.

Acceso libre al artículo completo en: https://www.fisiologiadelejercicio.com/wp-content/uploads/2023/01/Endothelial-progenitor-cell-mobilization-based.pdf

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