Las respuestas y adaptaciones del aparato digestivo en el ejercicio han sido en general poco estudiadas y por tanto son mal conocidas en muchos aspectos. No obstante, la sintomatología gastrointestinal es frecuente en relación a la práctica de ejercicio, especialmente de actividades de resistencia aeróbica, pudiendo afectar a la motilidad, los procesos de absorción u otros relacionados con la función gastrointestinal.
Factores que determinan las alteraciones fisiopatológicas de la función digestiva
Factores isquémicos
Los factores isquémicos están asociados a la mayor actividad simpáticoadrenal asociada al ejercicio. Este hecho es inherente a la propia actividad física, especialmente si ésta se desarrolla a altas intensidades de trabajo (> umbral anaeróbico ~ >70% VO2max) y ejerce efectos colaterales sobre todos los órganos y sistemas, incluido el sistema digestivo.
Como consecuencia de esta actividad simpática aumentada y también por otros acontecimientos asociados, ocurre una regulación de la circulación periférica que se manifiesta en el sistema digestivo con una vasoconstricción del área esplácnica. Este hecho es responsable del descenso de la irrigación de toda el área. La disminución del flujo sanguíneo hace a la mucosa del intestino más susceptible a lesiones isquémicas, incrementando la permeabilidad de la mucosa, hecho que afecta a la microbiota.
Además, como consecuencia del descenso del flujo sanguíneo se dificultan los procesos de absorción intestinal, junto con otros procesos fisiológicos, como el aclaramiento de lactato por el tejido hepático, que descenderá. Este hecho puede ayudar a explicar parte del aumento de lactato plasmático que ocurre en altas intensidades de trabajo en la llamada transición aeróbica anaeróbica. Los efectos de la vasoconstricción esplácnica son más importantes si cabe cuando se realiza ejercicio en ambientes térmicos de elevada temperatura y humedad (mayor deshidratación), ya que, en estos casos, al tener que derivar sangre a la periferia (piel) para disipar calor se acentúa la reducción de irrigación al territorio esplácnico.
Factores hormonales
La función gastrointestinal está controlada en parte por distintas hormonas (catecolaminas, péptido intestinal vasoactivo (VIP), secretina, polipéptido pancreático, somatostatina, gastrina, motilina, glucagón, colecistoquinina…), cuya concentración puede modificarse con la realización de ejercicio físico.
Se han constatado aumentos significativos en VIP, polipéptido pancreático, somatostatina, glucagón y secretina, después de unas 3 h de ejercicio de moderada intensidad. También se han descrito aumentos de la gastrina y de la motilina.
La grelina, también conocida como la hormona del hambre, es producida por células endocrinas de la mucosa gástrica, y tiene una importante función en el consumo de alimentos y regulación del apetito. Se ha propuesto que la activación del sistema simpáticoadrenal durante el ejercicio induce un descenso de liberación de grelina al torrente sanguíneo debido a la reducción de la irrigación gástrica. Esto significa que los efectos del ejercicio sobre la liberación de grelina estarán supeditados a la intensidad de ejercicio aeróbico desarrollado. No se han observado cambios en ejercicios de perfil anaeróbico.
No está claro si esas modificaciones en las concentraciones hormonales pueden llegar a causar disturbios gastrointestinales ó si la alteración gastrointestinal es la causante de las modificaciones hormonales
Factores mecánicos y de movilidad
Las causas mecánicas de las alteraciones gastrointestinales incluyen el aumento de presión y vibración intraabdominal y el rebote de los órganos asociado al ejercicio.
El aumento de la presión intraabdominal incrementa el gradiente de presión entre el estómago y el esófago que, en asociación con la relajación del esfínter esofágico inferior, puede ocasionar reflujo gastroesofágico.
El aumento de la movilidad de los órganos gastrointestinales también se ha relacionado con distinta sintomatología.
Modificaciones fisiológicas de la función digestiva en relación con el ejercicio físico
Función esofágica
Las manifestaciones esofágicas más frecuentes en relación al ejercicio físico son dolor en el pecho y ardor o pirosis, y son debidas fisiopatológicamente a reflujo gastroesofágico, dismotilidad esofágica o angina esofágica. Por tanto, la aparición de dolor en el pecho durante el ejercicio no indica necesariamente un problema cardiaco como se piensa habitualmente, sino que puede tener su origen en el sistema digestivo.
Motilidad esofágica.
Pocas investigaciones han abordado el estudio de la influencia del ejercicio físico sobre la motilidad esofágica, habiéndose descrito un descenso en la duración, amplitud y frecuencia de las contracciones esofágicas al aumentar la intensidad de trabajo realizado, marcando diferencias significativas al alcanzar el 90% VO2max. Por otra parte, la realización de ejercicio físico a menor intensidad (70% VO2max en bicicleta) parece incrementar la velocidad peristáltica en comparación con el reposo.
Reflujo gastroesofágico. La pirosis es relativamente común en corredores de resistencia aeróbica, y la monitorización del pH esofágico ha demostrado que el reflujo gastroesofágico ocurre más frecuentemente en relación con el ejercicio físico. El mecanismo que puede explicar este aumento en el reflujo gastroesofágico puede estar relacionado con un descenso de la presión del esfínter esofágico inferior inducido por el ejercicio de alta intensidad, que se asocia a un aumento de la estimulación nerviosa simpática y un descenso de la parasimpática. Por otra parte, la modalidad de ejercicio realizado parece importante en la aparición de reflujo, de manera que hay mayor incidencia durante la carrera y menor durante el ciclismo, por ejemplo. El reflujo, además, se ve potenciado si se realiza ejercicio físico, especialmente carrera, en período posprandial.
La importancia clínica de estos cambios no se conoce muy bien aún. Del mismo modo los mecanismos que los justifican son en muchos casos especulativos. La hiperventilación y el estrés pueden modificar la motilidad esofágica. El reflujo gastroesofágico puede inducir cambios reflejos en la resistencia de las vías aéreas pulmonares y en el flujo sanguíneo coronario.
Función del estómago
Secreción gástrica
La secreción gástrica se modifica escasamente durante la realización de ejercicio físico a intensidades de trabajo entre el 50-70% VO2max, habiéndose descrito un descenso de la secreción después del ejercicio.
Vaciamiento gástrico
La dependencia del vaciado gástrico de factores tales como, la intensidad de ejercicio, el volumen de alimento/bebida ingerido, la osmolalidad, la temperatura, el estrés o la modalidad de ejercicio, hacen muy complicado el estudio de la influencia del ejercicio físico sobre la tasa de vaciado gástrico. Incluso parece que el vaciamiento gástrico es habitualmente más lento en mujeres que en hombres.
Varios estudios han demostrado pocos cambios en la tasa de vaciado gástrico durante ejercicios realizados hasta el 70-80% VO2max; sin embargo, a mayores intensidades (por encima del umbral anaeróbico, donde ocurre una mayor activación simpático-adrenal) se constata un enlentecimiento del vaciado gástrico.
Función intestinal
Intestino delgado
Tránsito intestinal. El estudio de la movilidad intestinal en relación al ejercicio físico es muy complejo debido esencialmente a limitaciones técnicas de valoración en personas que están realizando determinadas actividades físicas. Se ha descrito un descenso del tránsito intestinal durante el ejercicio, justificándose por un aumento de las concentraciones plasmáticas de catecolaminas y corticosteroides. El ejercicio parece que influye en la actividad motora duodenoyeyunal, y este efecto parece dependiente de la intensidad.
Parece que el ejercicio moderado mejora el tránsito de gas intestinal en sujetos sanos, pudiendo actuar como mecanismo de prevención de la retención de gas intraluminal y de la distensión abdominal asociada. El mecanismo subyacente puede ser el aumento de la presión intraabdominal induciendo una respuesta motora propulsiva en el estómago.
Absorción intestinal. La absorción de agua, electrólitos y nutrientes puede verse afectada con el ejercicio, por una alteración de la motilidad, descenso de la irrigación o cambios neurohormonales. Se ha evidenciado también un marcado descenso en la absorción de electrólitos y agua durante el ejercicio, especialmente en ejercicios de alta intensidad (>80% VO2max).
Efectos del ejercicio sobre la microbiota intestinal. La microbiota intestinal es el término general para referirse a los microorganismos bacterianos que colonizan el tracto digestivo humano, que es 10 veces mayor al número de células totales en un humano, y su material genético es 150 veces el de los humanos. Estos microorganismos se pueden clasificar principalmente en Firmicutes y Bacteroidetes (que comprenden el 80-90% de los microorganismos intestinales), seguidos por Actinobacterias y Proteobacterias. Entre los Firmicutes están los Ruminococcus, Clostridium, Lactobacillus, Eubacterium, Faecalibacterium y Roseburia, y dentro de los Bacteroidetes están la Prevotella y Xylanibacteria.
La microbiota intestinal está involucrada en las funciones de barrera y en el mantenimiento de su homeostasis. Proporciona nutrientes, participa en la red de señalización, regula el desarrollo epitelial y afecta el sistema inmune.
El ejercicio es capaz de enriquecer la diversidad de la microflora, mejorando la relación bacteroidetes-firmicutes que podría contribuir potencialmente para reducir el peso, la incidencia de patologías asociadas a la obesidad y trastornos gastrointestinales. El ejercicio estimula la proliferación de bacterias que pueden modular la inmunidad de la mucosa y mejorar las funciones de barrera, lo que resulta en una reducción en la incidencia de obesidad y enfermedades metabólicas. Al mismo tiempo, el ejercicio estimula bacterias capaces de producir sustancias que protegen contra trastornos gastrointestinales y cáncer de colon. Por lo tanto, el ejercicio contribuye a mantener el equilibrio de la microflora y para reequilibrar su eventual disbiosis, obteniendo así una mejora del estado de salud.
Intestino grueso
Las evidencias epidemiológicas de que la actividad física regular reduce el riesgo de cáncer de colon, puede estar asociado a cambios en el tránsito gastrointestinal. Por otra parte, la alta incidencia descrita en corredores de fondo de diarreas y urgencia para defecar, durante o inmediatamente después de realizar el ejercicio, hace pensar en la influencia del ejercicio sobre la motilidad del intestino grueso.
Factores tales como la duración e intensidad de ejercicio, el tipo de actividad, el estado de entrenamiento, la hidratación, la dieta o el género, pueden tener una influencia significativa en la respuesta de la función del colon durante la realización de ejercicio físico.
RESUMEN
- Como consecuencia de la actividad simpática aumentada ocurre una regulación de la circulación periférica que se manifiesta en el sistema digestivo con una vasoconstricción del área esplácnica
- No está claro si esas modificaciones en las concentraciones hormonales pueden llegar a causar disturbios gastrointestinales ó si la alteración gastrointestinal es la causante de las modificaciones hormonales
- Las manifestaciones esofágicas más frecuentes en relación al ejercicio físico son dolor en el pecho y ardor o pirosis, y son debidas fisiopatológicamente a reflujo gastroesofágico, dismotilidad esofágica o angina esofágica
- Se ha descrito un descenso del tránsito intestinal durante el ejercicio, justificándose por un aumento de las concentraciones plasmáticas de catecolaminas y corticosteroides
- El ejercicio estimula la proliferación de bacterias que pueden modular la inmunidad de la mucosa y mejorar las funciones de barrera, lo que resulta en una reducción en la incidencia de obesidad y enfermedades metabólicas
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