Entrenamiento de fuerza y deterioro funcional post-infarto

inofgrafia-ataquecardiaco3Las recomendaciones de ejercicio dirigidas a la salud del sistema cardiocirculatorio, y específicamente como prevención de la enfermedad coronaria, siempre han estado vinculadas al ejercicio de resistencia aeróbica. De la misma forma, los programas de ejercicio en rehabilitación cardiaca, aunque contemplan como secundario el entrenamiento de fuerza, tienen en el entrenamiento aeróbico su razón de ser. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Barboza y col, 2016; Int J Sports Med 29-feb) cuyo objetivo fue evaluar los efectos del entrenamiento aeróbico y de fuerza sobre la función y morfología del ventrículo izquierdo, capacidad física, función autonómica, así como estado inflamatorio ventricular en ratas entrenadas antes de un infarto de miocardio. Los animales fueron divididos en diferentes grupos: sedentarias, sedentarias + infarto de miocardio, entrenamiento aeróbico + infarto de miocardio, y entrenamiento de fuerza + infarto de miocardio. Los infartos de miocardio fueron provocados después de los periodos de entrenamiento. Los resultados mostraron que el entrenamiento aeróbico previno el deterioro de capacidad aeróbica (en mayor grado) y de fuerza, la disfunción ventricular, la sensibilidad del barorreflejo y los desajustes autonómicos (descenso tono parasimpático y aumento tono simpático), provocados por el infarto de miocardio. Por otro lado, el entrenamiento de fuerza previno los cambios negativos de la capacidad aeróbica y de fuerza (en mayor grado), pero no la disfunción ventricular, y si previno el aumento de actividad simpática. Ambas modalidades de entrenamiento redujeron la concentración de citoquinas inflamatorias ventriculares. Los resultados sugieren que el entrenamiento aeróbico, y por primera vez el de fuerza, fueron capaces de reducir el tono simpático del corazón y los vasos sanguíneos, así como prevenir el aumento de citoquinas pro-inflamatorias en el ventrículo izquierdo de los grupos entrenados. Estos datos enfatizan los efectos positivos del entrenamiento aeróbico y de fuerza sobre la prevención de los cambios negativos asociados al infarto de miocardio.

El entrenamiento de fuerza ha sido contemplado clásicamente como una modalidad de ejercicio más vinculado al rendimiento y a la estética que a la salud. Lo cierto es que poco a poco el entrenamiento de fuerza va ganando un lugar destacado como opción más eficaz en muchas patologías (ej. osteoporosis) y poblaciones especiales (ej. edad avanzada). Ahora, con una reconocida potente función endocrina vinculada a la salud asociada al tejido muscular, todo hace presagiar que en los próximos años se va a modificar el paradigma de ejercicio vinculado a la salud, y el entrenamiento de fuerza se vislumbra como el gran protagonista. Esperemos a ver.

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