Ejercicio durante la quimioterapia en cáncer

Walker RC, Pezeshki P, Barman S, Ngan S, Whyte G, Lagergren J, Gossage J, Kelly M, Baker C, Knight W, West MA, Davies AR; Guy’s & St Thomas’ Oesophago‐gastric Research Group. Exercise During Chemotherapy for Cancer: A Systematic Review. J Surg Oncol. 2024 Oct 23. doi: 10.1002/jso.27845.

El ejercicio puede contrarrestar efectos secundarios comunes en pacientes con cáncer, como ansiedad, fatiga y depresión, y sugiere que la actividad física también puede estar vinculada a una mayor tasa de supervivencia a largo plazo. El American College of Sports Medicine, desde 2010, ha respaldado la implementación de programas de ejercicio basados en evidencia para mejorar la calidad de vida (QoL) de estos pacientes. A pesar de ello, los estudios actuales se centran en resultados indirectos como la función física y la tolerancia al tratamiento, mientras que la investigación sobre el impacto directo en la progresión tumoral o la respuesta inmune es limitada. La revisión sistemática busca evaluar los estudios existentes para establecer el valor del ejercicio durante la quimioterapia y proponer futuras áreas de investigación.

Si bien el ejercicio mejora múltiples parámetros de salud, como la fuerza, la composición corporal (incremento de masa magra y mejoría del IMC) y la calidad de vida (QoL), el ejercicio no ha sido plenamente adoptado en entornos de oncología, debido a barreras económicas, logísticas y de infraestructura. Esto a pesar de que los estudios revisados no reportaron efectos adversos atribuibles al ejercicio, confirmando su seguridad en pacientes con cáncer.

Además, el ejercicio parece promover una mayor adherencia a los regímenes de quimioterapia, un aspecto crucial, dado que el cumplimiento de estos tratamientos está estrechamente relacionado con mejores resultados de supervivencia. La mejora de la tolerancia a la quimioterapia podría estar mediada no solo por los beneficios físicos, sino también por la capacidad del ejercicio de modular respuestas inflamatorias e inmunológicas. Este hallazgo abre nuevas preguntas sobre los posibles efectos del ejercicio en los mecanismos moleculares y celulares implicados en el cáncer, como la reducción de citocinas proinflamatorias, la potenciación de marcadores antiinflamatorios y la modulación de la función inmunitaria. Estos procesos, si bien documentados preliminarmente, requieren estudios más específicos para entender cómo el ejercicio podría influir en la respuesta tumoral a nivel biológico y en la progresión de la enfermedad.

La gran variabilidad en los programas de ejercicio (aeróbico, de fuerza, de alta intensidad, flexibilidad o combinaciones), así como en las duraciones e intensidades de las intervenciones, impide la identificación de un protocolo estandarizado. En consecuencia, aunque los beneficios del ejercicio están bien documentados, no existe un consenso sobre cuál es el régimen óptimo para cada tipo de cáncer o etapa de tratamiento. Esto plantea un desafío a la hora de integrar el ejercicio como una parte uniforme del cuidado oncológico, ya que la intervención necesita adaptarse a la situación específica de cada paciente. Los programas personalizados, aunque beneficiosos para la adherencia, añaden heterogeneidad a los ensayos, lo que dificulta la comparación de resultados y limita la aplicabilidad de los hallazgos.

Otro aspecto discutido es la necesidad de estudios con mayor poder estadístico y de mayor duración para poder observar posibles beneficios del ejercicio sobre la supervivencia a largo plazo. Actualmente, los ensayos se centran en medidas de calidad de vida y marcadores de salud a corto plazo, lo que limita la capacidad de extrapolar estos resultados hacia implicaciones de supervivencia y control tumoral sostenido.

Es importante adoptar un enfoque de prehabilitación integral, que combine ejercicio, soporte nutricional y apoyo psicológico. La nutrición y la psicología, aunque menos estudiadas en el contexto de la prehabilitación en cáncer, juegan un papel esencial en la preparación del paciente para tolerar mejor los tratamientos. En este sentido, el ejercicio por sí solo puede ser insuficiente; un plan de intervención que incluya optimización nutricional y abordaje psicológico podría mejorar significativamente los resultados del tratamiento y la calidad de vida del paciente. No obstante, al igual que en el ejercicio, las intervenciones en nutrición y psicología carecen de estándares y se enfrentan a problemas de heterogeneidad en sus diseños y resultados medidos.

En resumen, el artículo concluye que, aunque el ejercicio muestra un impacto positivo en los pacientes oncológicos durante la quimioterapia, son necesarios ensayos de mayor envergadura que examinen los efectos a largo plazo y exploren los mecanismos fisiológicos e inmunológicos. Además, la implementación de un enfoque de prehabilitación integral y la superación de barreras logísticas podrían consolidar al ejercicio como una intervención de referencia en oncología, contribuyendo así a una mejora global en el tratamiento del cáncer.

Acceso libre al artículo original en: https://www.fisiologiadelejercicio.com/wp-content/uploads/2024/11/Exercise-During-Chemotherapy-for-Cancer-A-Systematic-Review-1.pdf

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