Más del 50 % de los pacientes con cáncer experimentan dolor tanto durante como después de los tratamientos contra el cáncer [1,2]. A medida que la detección y los tratamientos contra el cáncer mejoran y la supervivencia aumenta, el manejo del dolor relacionado con el cáncer se convierte en un desafío creciente para los pacientes y los oncólogos [3,4]. El dolor relacionado con el cáncer se define como el dolor causado por el propio cáncer primario o las metástasis, su tratamiento en personas con cáncer o sobrevivientes de cáncer [5]. Los tumores, la cirugía, la quimioterapia, la radioterapia, las terapias dirigidas, las terapias de soporte que incluyen bisfosfonatos y los procedimientos diagnósticos pueden causar dolor en personas con cáncer [6]. Los factores psicosociales también contribuyen a la experiencia del dolor. La morbilidad psicológica y el escaso apoyo social son factores comunes en los pacientes con cáncer y se ha demostrado que aumentan significativamente la gravedad del dolor y la discapacidad relacionada con el mismo. Estos mecanismos multifactoriales generan además exacerbaciones agudas y transitorias del dolor continuo, conocido como dolor intercurrente [7]. Aunque el dolor intercurrente puede atribuirse a eventos no malignos, se muestra en pacientes con cáncer que está relacionado con lesiones neoplásicas en el 70-80 % de los casos [8].
A pesar de la disponibilidad de pautas como las de la Organización Mundial de la Salud [9] o las Pautas de Dolor por Cáncer de Australia [10], el dolor relacionado con el cáncer a menudo se maneja de manera inadecuada. En general, las pautas no se siguen adecuadamente debido a preocupaciones de que estén desactualizadas y/o no sean específicas de las opciones farmacológicas e intervencionistas utilizadas en el manejo actual del dolor relacionado con el cáncer [11]. Además, las recomendaciones de las pautas para terapias físicas pueden no cumplirse debido a múltiples barreras de pacientes, profesionales de la salud y del sistema [12]. Por lo tanto, dada la contribución multifactorial asociada con el dolor relacionado con el cáncer, ahora se están investigando e implementando intervenciones no farmacológicas por parte de pacientes con cáncer y sobrevivientes de cáncer.
El ejercicio juega un papel cada vez más importante en el manejo del cáncer. Aunque la evidencia actual muestra que las intervenciones de ejercicio tienen efectos beneficiosos en los resultados físicos y de calidad de vida en pacientes con cáncer y sobrevivientes [13,14], sus efectos en la gravedad del dolor relacionado con el cáncer han sido menos explorados. Por ejemplo, el entrenamiento aeróbico y de fuerza se asocian con mejoras en los síntomas físicos, psicológicos y conductuales en pacientes con cáncer y sobrevivientes [15,16]. Del mismo modo, estos ejercicios muestran efectos antiinflamatorios, como disminuciones en IL-6, TNF-α y proteína C-reactiva [17,18], todos los cuales están asociados con niveles aumentados de dolor en personas con cáncer [19]. Con la creciente atención por parte de pacientes, médicos e investigadores hacia el uso de intervenciones de ejercicio, es importante identificar la efectividad de los ejercicios defuerza y aeróbicos en personas que informan dolor relacionado con el cáncer. Dada la naturaleza multidimensional del dolor y su impacto en otros síntomas y la función física, también es importante considerar los efectos del ejercicio aeróbico y de fuerza en los resultados funcionales físicos y psicológicos del dolor durante las evaluaciones del dolor [20,21]. Aunque revisiones anteriores informan los efectos positivos del ejercicio sobre el dolor en personas con cáncer y sobrevivientes, los hallazgos están relacionados con tipos específicos de cáncer y no son sistemáticos en su diseño. Por lo tanto, se requiere una revisión sistemática y un metaanálisis sobre la efectividad clínica de los ejercicios aeróbicos y de fuerza sobre el dolor y los resultados asociados con el dolor relacionado con el cáncer en diferentes entornos de cáncer.
Para identificar el alcance de los datos en diferentes entornos de cáncer y las implicaciones clínicas e investigativas subsiguientes, el objetivo fue investigar los efectos del ejercicio aeróbico y/o de fuerza en el dolor relacionado con el cáncer en personas que reciben tratamiento contra el cáncer y aquellos que sobreviven al cáncer en comparación con grupos de control. El objetivo secundario fue a) analizar el efecto de los programas de ejercicio aeróbico y/o de fuerza sobre la fatiga, la función física y los síntomas psicológicos en personas con dolor relacionado con el cáncer en comparación con grupos de control y b) evaluar la tolerabilidad y fidelidad a estos programas de ejercicio.
Diseño: Se realizó una búsqueda sistemática en MEDLINE, EMBASE, AMED, CINAHL y el Registro Central de Ensayos Controlados de Cochrane para identificar ensayos controlados aleatorios (ECAs) que compararan el ejercicio aeróbico y/o de fuerza con grupos de control. El punto final primario fueron los cambios en la intensidad del dolor relacionado con el cáncer desde el inicio hasta después de la intervención. El análisis de metarregresión evaluó los predictores de heterogeneidad entre los hallazgos del estudio. La tolerabilidad se definió como la notificación de eventos adversos inducidos por el ejercicio, mientras que la fidelidad se evaluó mediante la deserción informada en la intervención. Veintitrés ECAs que incluyeron a 1954 pacientes (edad 58 ± 8.5 años; 78% mujeres); 1087 (56%) y 867 (44%) asignados a terapia de ejercicio aeróbico/de fuerza y grupo de control, respectivamente.
Resultados: La terapia de ejercicio se asoció con disminuciones pequeñas a moderadas en el dolor relacionado con el cáncer en comparación con los controles (DME = 0.38, IC del 95%: 0.17, 0.58). Aunque hubo una heterogeneidad significativa entre los efectos de los estudios individuales y agrupados (Q = 205.25, p <0.0001), no hubo sesgo de publicación. El análisis de metarregresión, incluyendo supervisión, edad, duración y tipo de ejercicio como moderadores, no mostró diferencias significativas en los resultados informados. El análisis de los resultados secundarios reveló un efecto moderado en las mejoras de la función física, la fatiga y los síntomas psicológicos.
Conclusiones: Los ejercicios aeróbicos y de fuerza son terapias complementarias tolerables y efectivas para reducir el dolor relacionado con el cáncer, al mismo tiempo que mejoran la función física, la fatiga y el estado de ánimo. Se requieren futuros ECAs sobre dosis, frecuencia, cumplimiento y tipo de ejercicio en entornos de cáncer específicos.
Acceso libre al artículo original en: https://www.fisiologiadelejercicio.com/wp-content/uploads/2024/04/AustinetalApr2024-Efficacy-of-aerobic-and-resistance-exercises-on-cancer-pain.pdf
Referencia completa:
Austin PD, Lee W, Costa DS, Ritchie A, Lovell MR. Efficacy of aerobic and resistance exercises on cancer pain: A meta-analysis of randomised controlled trials. Heliyon. 2024 Apr 6;10(7):e29193. doi: 10.1016/j.heliyon.2024.e29193.