Respuesta de la frecuencia cardíaca en test de esfuerzo en deportistas

Una respuesta exagerada de la presión arterial (BP) al ejercicio se ha asociado a hipertrofia ventricular izquierda y fibrosis miocárdica en atletas. Debido a las altas cargas de entrenamiento, los atletas se exponen con frecuencia a elevados niveles de presión arterial, pero no hay muchos datos sobre la magnitud de esos aumentos. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Pressler y col, 2018; J Hypertens 21-may; doi: 10.1097/HJH.0000000000001791) cuyo objetivo fue valorar la respuesta de la presión arterial durante test ergométricos en deportistas entrenados. Un total de 2419 deportistas de competición, adolescentes, elite y master (rango edad: 9-74 años), hombres y mujeres (27%) de 84 disciplinas deportivas diferentes, participaron en este estudio. Todos realizaron test de esfuerzo de carácter máximo en cicloergómetro, además de una ecocardiografía. Los resultados mostraron una carga máxima alcanzada de 305±59 W en hombres y 218±40 W en mujeres. La presión arterial sistólica (SBP) aumentó significativamente en la prueba de esfuerzo (D80±20 mmHg en hombres, y D67±16 mmHg en mujeres) hasta los 204±22 mmHg en hombres y 180±17 mmHg en mujeres. La presión arterial diastólica (DBP) cambió mínimamente. La respuesta de la presión arterial sistólica excedió a los valores establecidos como “normales” por las guías actuales en un 43% en hombres (>210 mmHg) y un 28% en mujeres (>190 mmHg). La respuesta de la SBP fue mayor en deportistas de resistencia aeróbica, mientras que la DBP fue ligeramente más alta en atletas de fuerza. Entre las dimensiones cardiacas, la asociación más fuerte con la SBP máxima fue con la masa ventricular izquierda. Los resultados indican que la respuesta de la presión arterial sistólica supera en deportistas los valores de normalidad establecidos para personas sanas, especialmente los deportistas de resistencia aeróbica.

La interpretación de una prueba de esfuerzo va mucho más allá del valor obtenido en el VO2. Un deportista, independientemente de su nivel, necesita realizar periódicamente exámenes de salud para comprobar que su organismo está capacitado para enfrentarse al estrés del ejercicio. La prueba de esfuerzo (si es con control de gases respiratorios, mejor) y la ecocardiografía, son dos de las exploraciones fijas en ese protocolo. Los médicos que realizan esas pruebas (cardiólogos o especialistas en medicina del deporte) interpretan las respuestas obtenidas y emiten informes de aptitud para realizar deporte. Al margen de esas pruebas diagnósticas, que son actos médicos, los deportistas pueden realizar distintos test de valoración funcional, entre ellos, las ergoespirometrías, con el fin de conocer los progresos fisiológicos o conocer las cargas óptimas de aplicación en entrenamiento. Estas pruebas siempre han de realizarse después de obtener el informe médico de aptitud positivo. Es lógico, ¿no?

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