Aunque subsiste un debate sobre las interferencias entre entrenamientos de fuerza y resistencia aeróbica (entrenamiento concurrente) lo cierto es que cuando el entrenamiento de fuerza se lleva a cabo apropiadamente se asocia a adaptaciones que mejoran el rendimiento del deportista de resistencia aeróbica. Recientemente se ha publicado un comentario al respecto (Mujika y col, 2016; Int J Sports Physiol Perform 11: 283-9) manifestando que el entrenamiento de fuerza intenso realizado adicionalmente al entrenamiento de resistencia aeróbica mejoraba el rendimiento a corto y largo plazo de los ciclistas. Además, el entrenamiento de mantenimiento de la fuerza en el periodo de competición es esencial para retener las ganancias de la fuerza logradas. Las mujeres ciclistas con mayor masa magra en piernas tienden a alcanzar potencias máximas por kg más elevadas (entre un 4-9%). El entrenamiento de fuerza además permite modificar más fácilmente la masa libre de grasa de miembros inferiores, mientras que otras estrategias de entrenamientos para ciclistas como el excéntrico pedaleando o el pedaleo con una pierna deben investigarse más en profundidad. Los potenciales mecanismos que pueden justificar la mejora del rendimiento pueden ser el retraso de la activación de fibras musculares tipo II, que son menos eficientes, conversión de fibras IIx a fibras IIa, e incremento de la masa muscular y del desarrollo de fuerza.
Independientemente del debate genérico en torno al entrenamiento concurrente lo fisiológicamente cierto es que los deportistas de resistencia aeróbica en general, y los ciclistas en particular, deben entrenar fuerza específica si quieren optimizar el entrenamiento. Como ocurre con la carrera, solo falta que los entrenamientos se estructuren adecuadamente para alcanzar los máximos grados de adaptación sin interferir en las cualidades oxidativas musculares. Y para eso hacen falta entrenadores especializados.