Todos hemos asumido, al menos en el marco teórico, que el descanso es parte del entrenamiento. Cuando el descanso principal del día, es decir el sueño nocturno, no es apropiado, todas las respuestas fisiológicas al ejercicio se ven afectadas y como consecuencia de ello las adaptaciones producidas. Además, una falta de sueño se ha relacionado con una mayor incidencia de lesiones musculares. Por ello, en los deportistas de elite, y por extensión en los deportistas en general, se debería tener en cuenta la calidad y cantidad de sueño nocturno para acomodar las cargas de entrenamiento al día siguiente. Esto suena bien en el plano académico, pero me temo que en el terreno práctico los entrenadores y deportistas tienden a minimizar los efectos negativos de un mal descanso