Este artículo aborda la dislipidemia como un factor de riesgo clave en las enfermedades cardiovasculares (ECV). Esta condición se caracteriza por niveles anormales de lípidos en sangre, lo que incrementa el riesgo de desarrollar ECV. Si bien los tratamientos farmacológicos siguen siendo el pilar en el manejo de la dislipidemia, se destaca la importancia de las intervenciones no farmacológicas, como el ejercicio físico y la dieta.
Se hace una revisión de estudios previos que sugieren que el entrenamiento físico puede mejorar algunos marcadores lipídicos, como el colesterol HDL (colesterol bueno) y los triglicéridos, aunque los resultados en otros marcadores, como el colesterol total (TC) y el colesterol LDL (colesterol malo), han sido menos consistentes. Sin embargo, faltan estudios sistemáticos que aclaren qué tipo de ejercicio, su duración y su intensidad son más efectivos para mejorar el perfil lipídico en personas con dislipidemia.
Por ello, los autores llevaron a cabo una revisión sistemática y un metaanálisis para aclarar el impacto del entrenamiento físico aeróbico (AT), el entrenamiento de fuerza (RT) y el entrenamiento combinado (CT) sobre distintos marcadores lipídicos: colesterol total, HDL, LDL, triglicéridos y colesterol VLDL. La revisión también incluyó un análisis de secuencias de ensayos para establecer si el tamaño de la muestra de los estudios disponibles es suficiente para alcanzar conclusiones estadísticamente significativas y evitar errores de tipo I y II.
Discusión
Efectos generales del entrenamiento físico sobre los lípidos sanguíneos
Los resultados del metaanálisis mostraron mejoras modestas pero significativas en los cinco marcadores lipídicos evaluados tras el entrenamiento físico. La reducción más importante se observó en el colesterol LDL (-7.22 mg/dL), seguido del colesterol total (-5.90 mg/dL) y los triglicéridos (-8.01 mg/dL). También se registró un aumento en el HDL (2.11 mg/dL). Sin embargo, estas mejoras, aunque significativas, fueron modestas, con cambios porcentuales que varían del 3.5% al 11.7%, lo que sugiere que el ejercicio por sí solo puede no ser suficiente para eliminar la necesidad de medicación en personas con dislipidemia clínica.
Diferencias en el impacto según el tipo de entrenamiento
El análisis por tipo de entrenamiento mostró que el entrenamiento combinado (CT) fue la modalidad más efectiva para mejorar todos los marcadores lipídicos. El entrenamiento aeróbico (AT) también fue efectivo en reducir los niveles de colesterol total, LDL, triglicéridos y VLDL, además de incrementar los niveles de HDL. En cambio, el entrenamiento de fuerza (RT) tuvo un impacto limitado, mejorando únicamente los niveles de HDL. Estos resultados sugieren que el entrenamiento combinado, que incluye tanto ejercicios aeróbicos como de fuerza, es la mejor opción para gestionar la dislipidemia.
Impacto de la frecuencia y duración del entrenamiento
La meta-regresión mostró que la frecuencia de las sesiones de entrenamiento y la duración total del programa tienen un impacto en la magnitud de las mejoras lipídicas. Por cada sesión adicional de ejercicio aeróbico a la semana, el colesterol total se redujo en 7.68 mg/dL, y por cada semana adicional de entrenamiento se observó una reducción de 0.5 mg/dL en el colesterol total. Además, la duración de cada sesión de ejercicio también fue importante, con un aumento de 2.11 mg/dL en los niveles de HDL por cada minuto adicional de ejercicio.
Consideraciones sobre el tamaño de los estudios y el sesgo
El análisis reveló una gran heterogeneidad entre los estudios incluidos, y una considerable proporción de ellos presentaba un riesgo de sesgo alto, principalmente debido a la falta de métodos rigurosos de aleatorización y ceguera de los evaluadores. Sin embargo, el análisis de secuencias de ensayos (TSA) mostró que el tamaño de la información ya es suficiente para declarar que el entrenamiento físico mejora de manera significativa los niveles de colesterol total, HDL, LDL, triglicéridos y VLDL.
Recomendaciones para futuras investigaciones
Aunque los datos actuales son suficientes para confirmar los beneficios del ejercicio en la mejora del perfil lipídico, los autores sugieren que futuros estudios deben centrarse en optimizar las intervenciones de ejercicio, especialmente en poblaciones con distintos tipos de dislipidemia. También recomiendan realizar estudios con tamaños de muestra más grandes y con un diseño metodológico más riguroso para aumentar la confianza en los resultados.
Conclusiones
El ejercicio físico, especialmente el entrenamiento combinado, tiene un impacto positivo en el perfil lipídico, aunque los efectos son relativamente modestos. A largo plazo, estos cambios pueden ayudar a retrasar la necesidad de medicación en personas con dislipidemia leve y moderada, y pueden complementar las terapias farmacológicas en personas con dislipidemia severa.
Acceso libre al artículo original en: https://www.fisiologiadelejercicio.com/wp-content/uploads/2024/10/The-Effect-of-Exercise-Training-on-Blood-Lipids.pdf
Referencia completa:
Smart NA, Downes D, van der Touw T, Hada S, Dieberg G, Pearson MJ, Wolden M, King N, Goodman SPJ. The Effect of Exercise Training on Blood Lipids: A Systematic Review and Meta-analysis. Sports Med. 2024 Sep 27. doi: 10.1007/s40279-024-02115-z.