Dietas bajas en hidratos de carbono y altas en grasas

Las dietas bajas en hidratos de carbono y altas en grasas (LCHF) son una propuesta habitual en el ámbito de la nutrición. Recientemente se ha publicado una revisión sobre el tema (Noakes y Windt, 2017; Br J Sports Med 51: 133-139) cuyo objetivo fue valorar la evidencia de los efectos atribuidos a esta dieta sobre el peso corporal, control glucémico y factores de riesgo cardiovascular. Los valores totales de colesterol en sangre y las concentraciones de LDL-C muestran una variable respuesta individual a dietas LCHF, mientras que la evidencia clínica muestra efectos beneficiosos sobre otros marcadores de riesgo cardiovascular: glucemia, insulina, triglicéridos ApoB y grasas saturadas (especialmente el ácido palmitoleico), reduciendo la hemoglobina glicosilada, la presión arterial y el peso corporal, mientras aumenta las HDL-C. También se ha observado cierta reversibilidad del hígado graso. Según los autores, esa combinación de beneficios solo se obtiene con las dietas LCHF, y pueden ser debidas en parte al descenso de la sensación de hambre y del consumo elevado de calorías asociado a dietas bajas en hidratos de carbono. Aunque las dietas LCHF pueden no estar indicadas en todos los casos, la evidencia disponible muestra esta opción como segura y eficaz, especialmente en pacientes con dislipemias aterogéticas, resistencia a la insulina o hígado graso.

La recomendación de las dietas LCHF en deportistas libres de factores de riesgo con el fin de mejorar las adaptaciones al entrenamiento y con ello el rendimiento no está clara, pero todos entendemos que en todo caso estará supeditada a la periodización del entrenamiento. Así, cuando el entrenamiento programado requiera intensidad, la ingesta de suficientes hidratos de carbono será una condición “sine qua non” para poder cumplir el objetivo de la sesión de ejercicio.

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