Fuerza y densidad mineral ósea en mujeres postmenopáusicas

La reducción de la densidad mineral ósea (BMD) relacionada con la edad se acelera en mujeres después de la menopausia, y podría ser más pronunciada en personas con sarcopenia. El entrenamiento de fuerza con altas cargas con un bajo número de repeticiones podría incrementar la BMD, reduciendo la pérdida de hueso en mujeres en riesgo de osteoporosis. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio piloto (Hamaquchi y col, 2017; BMC Geriatr 17: 102) cuyo objetivo fue investigar los efectos de un entrenamiento de fuerza de bajas cargas y pocas repeticiones sobre la BMD en mujeres postmenopáusicas con sarcopenia. El grupo de entrenamiento siguió un protocolo de entrenamiento de potencia progresivo que incrementó la carga mediante un chaleco lastrado. El entrenamiento se realizó en dos sesiones a la semana durante 6 semanas, y comprendió 5 tipos de ejercicio con miembros inferiores incluidas sentadillas (squats, front lunges, side lunges, calf raises, y toe raises). Para cada ejercicio se realizaron 8 series de 3 repeticiones con 15 s de recuperación entre series. El grupo control no realizó ningún ejercicio. Los resultados mostraron cambios significativos en BMD de la pelvis (+1,6%) y fuerza de los extensores de la rodilla (+15,5%) en el grupo de entrenamiento, respecto al grupo control. No se observaron cambios en los datos antropométricos, ni en la BMD del antebrazo. Los autores sugieren que seis semanas de entrenamiento de potencia con pocas repeticiones y baja carga mejoró la BMD de la pelvis y la fuerza de los extensores de la rodilla en mujeres postmenopáusicas con sarcopenia.

La implementación de programas de entrenamiento, en este caso con el fin de mejorar la densidad mineral ósea, son complicados fuera de un ambiente de laboratorio. En la vida real, los protocolos de ejercicio han de ser simples, eficaces y si es posible divertidos, con el fin de lograr una cierta adherencia y continuidad en los programas. El entrenamiento de fuerza en su lucha contra la pérdida de densidad mineral ósea es un claro ejemplo. Ya que no existe una única forma de entrenar con eficacia, el entrenador o el fisioterapeuta (dependiendo del estado evolutivo de la osteoporosis) han de procurar adaptar los programas de ejercicio a las características y preferencias de las mujeres preservando la eficacia de los mismos.

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