La estimulación eléctrica neuromuscular (NMES) se refiere a la aplicación transcutánea de corrientes eléctricas sobre un determinado grupo muscular con el objetivo de provocar una despolarización sobre las neuronas motoras y propiciar contracciones musculares de diferente intensidad (10-60% máxima contracción voluntaria). La aplicación de NMES es habitual en los procesos de rehabilitación, pero también se aplica asociada al entrenamiento de fuerza en atletas. Bajo ciertas condiciones, NMES puede mejorar la capacidad oxidativa muscular e incluso provocar cierta transición de fibras musculares rápidas a lentas. Recientemente se ha publicado un artículo de opinión (Veldman y col, 2016; Frontiers in Physiology, 18nov) cuyo objetivo fue discutir los efectos de corrientes de alta vs baja frecuencia sobre la capacidad de resistencia aeróbica muscular. Los autores concluyen afirmando que el entrenamiento con NMES mejora la capacidad funcional aeróbica en dependencia directa con el grado inicial de entrenamiento al comenzar la aplicación. Esto es, las personas más inactivas y los pacientes son los que más se benefician inicialmente, frente a las personas físicamente activas. Investigaciones previas sugieren que el entrenamiento con NMES de baja frecuencia se muestra particularmente eficaz en pacientes con insuficiencia cardiaca. Los autores concluyen que el entrenamiento con NMES de baja y alta frecuencia mejoran potencialmente el rendimiento aeróbico, con mayores efectos en relación inversa al estado funcional de la persona.
Como ya he comentado en alguna ocasión, el entrenamiento de NMES, lejos de las consideraciones o modas comerciales, se postula como una alternativa para miles de personas que no ven, ni verán en el ejercicio una actividad que les cause la satisfacción suficiente para realizarla con regularidad. Veremos cuanto da de sí en los próximos años esta modalidad de entrenamiento fuera del marco de la rehabilitación.