El ejercicio ha demostrado tener un efecto preventivo en el riesgo de cáncer y puede mejorar el pronóstico y la terapia del cáncer. El mecanismo detrás de este efecto no se comprende completamente, pero se cree que implica la movilización de células del sistema inmunológico, especialmente las células asesinas naturales (NK). El ejercicio ha demostrado aumentar los niveles de células NK y también puede implicar la liberación de citocinas y la activación del sistema endocrino. Esto tiene importantes implicaciones para la prevención y la terapia del cáncer, y se necesita más investigación para comprender completamente los mecanismos involucrados.
El ejercicio tiene un impacto documentado en la salud y el bienestar de los humanos, y se asocia con un menor riesgo de mortalidad. También se ha demostrado que tiene un efecto preventivo en el riesgo de cáncer, es decir, el ejercicio en el tiempo libre se asocia con una menor incidencia de cáncer. En cuanto a un posible papel del ejercicio en la prognosis y la terapia del cáncer, se ha informado que la actividad física está asociada con un menor riesgo de recurrencia de la enfermedad (cáncer de mama y cáncer colorrectal. Sin embargo, se necesitan datos en otros cánceres, y no se sabe mucho en términos del momento y tipo de actividad óptimos. Además, el mecanismo por el cual el ejercicio impacta en el riesgo de cáncer y la prognosis es en gran medida desconocido.
En varios modelos de tumores en ratones, se demostró que el ejercicio voluntario conduce a una reducción significativa en el tamaño o la incidencia del tumor. Por lo tanto, el ejercicio tuvo un impacto significativo en el tamaño del tumor en los modelos de cáncer de pulmón de Lewis y melanoma B16, este último estudiado tanto como tumores subcutáneos, como metástasis pulmonares.
Además, se demostró que el ejercicio tiene un impacto en el tamaño del tumor y la incidencia del cáncer de hígado utilizando un modelo de cáncer de hígado inducido por dietilnitrosamina (DEN), así como el modelo de melanoma espontáneo GrM1.
En resumen, la investigación sugiere que el ejercicio puede tener un impacto significativo en la prevención y el tratamiento del cáncer a través de su efecto en el sistema inmunológico.
Las células asesinas naturales (NK) son un tipo de célula del sistema inmunológico conocidas por su capacidad para eliminar las células cancerosas. Desempeñan un papel fundamental en la respuesta anti-tumoral asociada al ejercicio. Se ha demostrado que el ejercicio conduce a un aumento de las células del sistema inmunológico, incluidas las células NK, en los tumores. Este aumento de las células del sistema inmunológico se asocia con una reducción significativa del tamaño e incidencia de tumores en diversos modelos de ratones.
Además de sus efectos citotóxicos directos sobre las células tumorales, las células NK también pueden contribuir a la respuesta anti-tumoral al promover la captación de antígenos tumorales por parte de las células dendríticas, lo que conduce a la inducción de respuestas de células T específicas contra el tumor.
Además, las células NK se movilizan en respuesta al ejercicio tanto en ratones como en humanos, lo que sugiere que podrían desempeñar un papel protector o terapéutico en el cáncer. Un estudio mostró que un alto nivel de actividad citotóxica entre los linfocitos de sangre periférica, incluidas las células NK, se asociaba con un menor riesgo de cáncer.
En resumen, las células NK desempeñan un papel crucial en la respuesta anti-tumoral asociada al ejercicio, tanto a través de sus efectos citotóxicos directos sobre las células tumorales como por su capacidad para estimular otras respuestas inmunológicas.
El ejercicio ha demostrado potenciar la efectividad de la inmunoterapia contra el cáncer a través de varios mecanismos potenciales.
En primer lugar, el ejercicio provoca un aumento de las células del sistema inmunológico en los tumores, incluidas las células asesinas naturales (NK). Estas células inmunológicas desempeñan un papel crucial en la respuesta anti-tumoral del cuerpo, y las células NK son especialmente conocidas por su capacidad para eliminar células cancerosas.
En segundo lugar, el ejercicio puede promover la captación de antígenos tumorales por parte de las células dendríticas, lo que conduce a la inducción de respuestas de células T específicas contra el tumor. Esto podría potencialmente mejorar la efectividad de las inmunoterapias contra el cáncer que dependen de la activación del sistema inmunológico para atacar y eliminar células cancerosas.
En tercer lugar, se ha sugerido que los cambios en la composición corporal, los niveles de hormonas sexuales, la inflamación sistémica y la función de las células inmunológicas mediados por el ejercicio podrían desempeñar un papel en la mejora de la efectividad de la inmunoterapia contra el cáncer.
Finalmente, el ejercicio también podría mejorar la respuesta a los tratamientos convencionales contra el cáncer. Esto podría potencialmente aumentar la efectividad de las inmunoterapias contra el cáncer que se utilizan en combinación con otros tratamientos.
En resumen, el ejercicio puede mejorar la efectividad de la inmunoterapia contra el cáncer a través de sus efectos en el sistema inmunológico y otros procesos fisiológicos. Sin embargo, se necesita más investigación para comprender completamente estos mecanismos y determinar el momento y el tipo óptimos de ejercicio para diferentes tipos de cáncer y tratamientos.
Acceso libre al artículo original en: https://www.fisiologiadelejercicio.com/wp-content/uploads/2023/09/Exercise-and-cancer-from.pdf
Idorn M, Thor Straten P. Exercise and cancer: from “healthy” to “therapeutic”? Cancer Immunol Immunother. 2017 May;66(5):667-671. doi: 10.1007/s00262-017-1985-z.