Ejercicio frente a fármacos en pacientes hipertensos

(post destacado 2018) El ejercicio físico regular es capaz de corregir pequeñas desviaciones de la presión arterial normalizando en muchos casos las hipertensiones más leves. Recientemente se han publicado los resultados de un meta-análisis (Naci y col, 2018; Br J Sports Med 18-dic; doi: 10.1136/bjsports-2018-099921) cuyo objetivo fue comparar los efectos de programas de ejercicio frente a fármacos sobre la presión arterial sistólica (SBP) en pacientes hipertensos. Se analizaron ensayos clínicos que utilizaron como medicación: inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (ACE-I), bloqueantes de receptores de angiotensina 2 (ARBs), beta-bloqueantes, bloqueantes de canales de calcio (CCBs) y diuréticos. Respecto a los programas de ejercicio, se analizaron estudios que emplearon ejercicios de resistencia aeróbica, de fuerza y combinados. Se analizaron 391 estudios, 197 con intervenciones de ejercicio y 194 con medicación antihipertensiva. Mientras que todos los ensayos con medicación incluyeron población hipertensa, solo 56 estudios con ejercicio incluyeron pacientes hipertensos (≥ 140 mmHg). Combinando todas las poblaciones, los fármacos alcanzaron mayores reducciones en la SBP en comparación a las intervenciones con ejercicio (dif. Media 3,96 mmHg). Comparado al grupo control, todos los tipos de ejercicio, y todos los fármacos fueron efectivos para disminuir la SBP en reposo. Entre la población hipertensa, no se observaron diferencias detectables en el descenso de la SBP en reposo con los fármacos, cuando se compararon con ejercicios de resistencia aeróbica o de fuerza. Los autores concluyeron que el efecto de las intervenciones con ejercicios en la SBP es aún poco estudiado, especialmente en poblaciones hipertensas. Nuestros hallazgos confirman reducciones modestas pero constantes en la SBP en muchas intervenciones de ejercicio estudiadas en todas las poblaciones, pero las personas que reciben medicamentos generalmente lograron mayores reducciones que las que siguieron regímenes de ejercicios estructurados. Suponiendo que las estimaciones son igualmente confiables, el efecto reductor de la SBP del ejercicio entre las poblaciones hipertensas parece similar al de los medicamentos antihipertensivos de uso común. La generalización de estos hallazgos en entornos clínicos reales debe evaluarse más a fondo.

Los programas de ejercicio destinados a controlar o a ayudar a controlar los valores elevados de la presión arterial deben estructurarse y aplicarse en el entorno de la seguridad y la eficacia. La seguridad se alcanzará conociendo la historia clínica del paciente, la fisiopatología de la hipertensión arterial, y los posibles efectos secundarios de los fármacos (si está bajo prescripción), antes de aplicar un programa de ejercicio. La eficacia, se logrará estructurando programas individualizados en relación al perfil del paciente y a la etiología de la hipertensión.

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