El envejecimiento se acompaña de una disminución de la capacidad física y de los mecanismos reguladores fisiológicos, incluida la regulación hormonal alterada en comparación con las personas sedentarias de la misma edad. Los beneficios potenciales del ejercicio para restaurar la producción y secreción de hormonas alteradas en comparación con los individuos físicamente inactivos de la misma edad que están envejeciendo siguen sin estar claros.
Recientemente se ha publicado una revisión sistemática (Zouhal y col, 2021; Sports Med 22-dic; doi: 10.1007/s40279-021-01612-9), cuyo objetivo fue resumir los hallazgos del efectos del entrenamiento físico para modular los niveles de hormonas anabólicas y catabólicas en adultos mayores de 40 años.
Métodos: Se identificaron 484 registros, lo que dio lugar a 33 estudios para su inclusión en el análisis. Se utilizaron diferentes programas de entrenamiento con ejercicios con nueve estudios que utilizaron programas de entrenamiento de resistencia aeróbica, diez estudios que examinaron los efectos del HIIT y 14 estudios que investigaron los efectos del entrenamiento de la fuerza.
Los resultados mostraron que independientemente del diseño, la duración o la intensidad del entrenamiento físico, el ejercicio se asoció con aumentos en la testosterona, la globulina transportadora de hormonas sexuales (SHBG), el factor de crecimiento similar a la insulina-1 (IGF-1), la hormona del crecimiento humano (hGH) o la deshidroepiandrosterona ( DHEA), tanto en hombres como en mujeres. Sin embargo, no hubo consenso sobre los efectos del ejercicio sobre los cambios en el cortisol y la insulina.
Los autores sugieren que el entrenamiento físico aumenta los niveles basales de testosterona, IGF-1, SHBG, hGH y DHEA tanto en hombres como en mujeres mayores de 40 años. Los aumentos en los niveles sanguíneos de estas hormonas fueron independientes del modo, la duración y la intensidad de los programas de entrenamiento. Sin embargo, los efectos del entrenamiento físico a largo plazo sobre los niveles de cortisol e insulina en las personas mayores son menos claros.
