El envejecimiento se asocia con un aumento de marcadores inflamatorios como la proteína C reactiva (CRP), la interleucina-6 (IL-6) y el factor de necrosis tumoral-alfa (TNF-α). Estos marcadores proinflamatorios están relacionados con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, pérdida de masa muscular (sarcopenia) y deterioro funcional, lo que afecta la calidad de vida de las personas de mediana y avanzada edad. La inflamación crónica de bajo grado, conocida como “inflammaging”, se considera un factor clave en la aparición de enfermedades relacionadas con la edad, como diabetes, artritis y trastornos cardiovasculares.
Estudios previos han demostrado que el aumento de masa grasa está positivamente correlacionado con niveles elevados de CRP e IL-6, mientras que la masa muscular se correlaciona de manera inversa con estos marcadores. Esto sugiere que intervenciones para mejorar la composición corporal pueden tener un impacto positivo en los niveles inflamatorios. En este contexto, el entrenamiento de fuerza se ha propuesto como una estrategia efectiva para mitigar los efectos del envejecimiento al mejorar la fuerza muscular, la composición corporal y la salud general.
El entrenamiento de fuerza, definido como una forma de ejercicio que mantiene la resistencia muscular a una velocidad constante, se ha asociado con beneficios en la regulación de citocinas proinflamatorias como CRP, IL-6 y TNF-α. Sin embargo, los resultados de los estudios sobre sus efectos antiinflamatorios son inconsistentes. Algunos reportan disminuciones significativas en CRP e IL-6 tras el entrenamiento, mientras que otros no encuentran cambios relevantes. Estas discrepancias podrían deberse a diferencias en las características de las poblaciones estudiadas (edad, estado de salud, género) y en los protocolos de entrenamiento utilizados (intensidad, frecuencia y duración).
El objetivo del artículo es realizar un metaanálisis para evaluar de manera sistemática el impacto del entrenamiento de fuerza en los marcadores inflamatorios en personas mayores. Este enfoque permitirá identificar los programas de entrenamiento más efectivos para reducir la inflamación y proporcionar recomendaciones basadas en evidencia. Los resultados tienen implicaciones clínicas importantes, ya que podrían guiar la prescripción de ejercicio en personas de mediana y avanzada edad para prevenir enfermedades crónicas, mejorar la salud física y mental, y promover un envejecimiento saludable. Este análisis busca cerrar las brechas existentes en la literatura y establecer pautas claras sobre la eficacia del entrenamiento de fuerza en la reducción de la inflamación.
Los resultados del metaanálisis indican que este tipo de entrenamiento reduce significativamente los niveles de CRP, pero no tiene un impacto significativo en IL-6 ni TNF-α. Esto refuerza la idea de que el entrenamiento de fuerza puede desempeñar un papel importante en la reducción de la inflamación de bajo grado asociada al envejecimiento, aunque sus efectos pueden variar dependiendo del marcador inflamatorio específico.
El impacto del entrenamiento de fuerza en CRP se atribuye a múltiples factores, como la mejora en la composición corporal, particularmente la reducción de masa grasa y el aumento de masa muscular. Estudios previos han señalado que el tejido adiposo es una fuente importante de citocinas proinflamatorias, por lo que su disminución tras el entrenamiento puede contribuir a menores niveles de CRP. Además, la hipertrofia muscular inducida por el entrenamiento puede aumentar la sensibilidad a la insulina y mejorar el metabolismo energético, lo que también favorece una reducción de la inflamación.
Sin embargo, la falta de cambios significativos en IL-6 y TNF-α puede deberse a diferencias en las características de los participantes, los protocolos de entrenamiento y las condiciones de salud de las muestras estudiadas. Por ejemplo, los efectos pueden ser más evidentes en personas con niveles iniciales más altos de inflamación o con enfermedades específicas. Asimismo, la duración, intensidad y frecuencia del entrenamiento parecen influir en los resultados, siendo los programas de intensidad moderada y duración prolongada (6-12 semanas o más) los más efectivos para reducir CRP.
Los autores destacan que estos hallazgos tienen importantes implicaciones clínicas, especialmente en la prevención y manejo de enfermedades inflamatorias crónicas, como diabetes, enfermedades cardiovasculares y artritis, en personas mayores. Además, subrayan la necesidad de desarrollar programas de entrenamiento personalizados que optimicen los beneficios antiinflamatorios, considerando factores como el estado de salud, la composición corporal y los niveles iniciales de inflamación.
Finalmente, se señalan algunas limitaciones del estudio, como la heterogeneidad en los diseños de los ensayos y la falta de análisis específicos sobre la relación entre la fuerza muscular y los marcadores inflamatorios. Se sugiere que futuras investigaciones incluyan muestras más amplias, periodos de intervención más largos y un enfoque en cómo diferentes parámetros del entrenamiento influyen en los marcadores inflamatorios, especialmente en poblaciones con distintas condiciones de salud.
En conclusión, el entrenamiento de fuerza reduce los niveles de CRP, IL-6 y TNF-α en personas de mediana y avanzada edad. Sin embargo, no presenta efectos antiinflamatorios significativos sobre el TNF-α. El ejercicio de fuerza realizado a una intensidad moderada, tres veces por semana, durante un período de 6-12 semanas o 16-32 semanas, reduce significativamente los niveles de CRP.
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Referencia completa:
Cheng X, Yang Z. Effect of resistance training on inflammatory markers in middle-aged and older adults: A meta-analysis. Arch Gerontol Geriatr. 2024 Nov;126:105536. doi: 10.1016/j.archger.2024.105536.