La suplementación con betaína ha captado la atención de la comunidad científica, entrenadores y atletas debido a su potencial para mejorar el rendimiento físico. Este compuesto, conocido químicamente como trimetilglicina, se encuentra de forma natural en alimentos como la remolacha, espinacas y granos enteros, y desempeña múltiples funciones biológicas. Entre estas destacan la osmorregulación, la metilación celular y la síntesis de metabolitos esenciales, lo que ha llevado a su investigación como posible ayuda ergogénica en el ámbito deportivo.
Originalmente, la betaína se utilizó en animales, como cerdos y aves, para incrementar la masa magra y reducir la grasa corporal. Posteriormente, estudios en humanos demostraron efectos similares, generando interés en su uso para mejorar parámetros como la fuerza muscular, la potencia y la resistencia. Este creciente interés está respaldado por sus propiedades fisiológicas, como su capacidad antioxidante, antiinflamatoria y de protección celular frente al estrés metabólico o térmico, así como por su papel en la síntesis proteica a través de la regulación de hormonas anabólicas como el IGF-1 y la testosterona.
El interés científico por la betaína en el deporte se remonta a 1952, cuando se observó por primera vez un aumento de la fuerza y la resistencia en pacientes con poliomielitis tras su suplementación combinada con guanidinoacetato. Sin embargo, su relevancia en humanos no se consolidó hasta finales del siglo XX, cuando se comenzó a investigar de manera sistemática su impacto en el rendimiento físico. Estudios más recientes han analizado sus efectos en atletas entrenados y no entrenados, utilizando diferentes parámetros de rendimiento, como fuerza máxima, potencia y adaptaciones metabólicas.
A pesar de los resultados prometedores, la literatura científica muestra inconsistencias. Un análisis sistemático realizado en 2017 concluyó que la suplementación con betaína no mejoraba la fuerza muscular ni la potencia. Sin embargo, en ese momento, solo había siete estudios disponibles, lo que limitó la posibilidad de realizar un metaanálisis. Desde entonces, se han publicado al menos nueve estudios adicionales que abordan los efectos de la betaína en diferentes contextos de ejercicio, lo que subraya la necesidad de una actualización y síntesis crítica de estas investigaciones.
Entre los mecanismos propuestos para explicar los efectos ergogénicos de la betaína se encuentran su influencia en la expresión génica, el incremento del volumen de entrenamiento y la mejora en la recuperación muscular. Además, su acción osmoactiva podría proteger las células frente al estrés y regular la hidratación celular, aunque estos efectos son más notables en el uso agudo. Este trabajo, sin embargo, se centra en los efectos crónicos, es decir, aquellos derivados de su uso prolongado, que incluyen adaptaciones musculares, metabólicas y hormonales sostenidas.
El objetivo principal de esta revisión sistemática es analizar los efectos crónicos de la suplementación con betaína en el rendimiento físico. Además, como objetivo secundario, se evalúa su impacto en la composición corporal y en marcadores bioquímicos y hormonales, aportando una perspectiva integral sobre su potencial en el ámbito deportivo. Este análisis busca no solo aclarar las inconsistencias previas, sino también establecer una base sólida para futuras investigaciones y aplicaciones prácticas.
Los resultados obtenidos en este metaanálisis sugieren que la betaína puede mejorar significativamente la fuerza muscular, especialmente en el tren inferior, con beneficios observados en ejercicios como sentadillas y prensa de piernas. Estos resultados son relevantes para deportes que requieren fuerza explosiva en las extremidades inferiores, como el atletismo y el levantamiento de pesas. Sin embargo, no se encontraron efectos consistentes en la fuerza del tren superior, lo que apunta a posibles diferencias en la respuesta de los grupos musculares.
En términos de potencia muscular, los resultados fueron heterogéneos. Aunque no se identificó un efecto general significativo, algunos estudios reportaron mejoras en el rendimiento de salto vertical, lo que podría atribuirse a un aumento en la fuerza del tren inferior y al apoyo metabólico proporcionado por la betaína. Sin embargo, los datos sobre otras medidas de potencia, como lanzamientos de balón medicinal y ciclismo de velocidad, no mostraron cambios significativos, lo que sugiere que los efectos pueden estar limitados a ciertos tipos de movimientos.
En cuanto a la resistencia muscular, los resultados no mostraron mejoras significativas, tanto en el tren superior como en el inferior. Esto puede indicar que la betaína tiene un impacto limitado en ejercicios de alta repetición o de larga duración. Por otro lado, los datos sobre la capacidad aeróbica fueron limitados y variados. Algunos estudios encontraron aumentos en el consumo de oxígeno (VO2máx), mientras que otros no reportaron cambios, reflejando la necesidad de una mayor uniformidad en los métodos de evaluación.
Los efectos de la betaína en la composición corporal fueron igualmente inconsistentes. Si bien algunos estudios reportaron incrementos en la masa libre de grasa y reducciones en la grasa corporal, estos cambios no se replicaron de manera uniforme. Esto sugiere que factores como la población estudiada, la duración de la intervención y las dosis empleadas pueden influir en la efectividad de la betaína en este aspecto.
En cuento a los posibles mecanismos detrás de los efectos observados, destaca la capacidad de la betaína para regular la expresión génica, aumentar los niveles de IGF-1 y testosterona, y actuar como un agente antioxidante y osmorregulador. Estos mecanismos podrían explicar las mejoras en la fuerza y la potencia muscular observadas en ciertos estudios.
Pese a estos hallazgos, el artículo resalta varias limitaciones en la literatura. La alta heterogeneidad en los resultados, la escasa representación de mujeres y la falta de estandarización en las metodologías dificultan la generalización de los hallazgos. Además, los datos sobre los efectos de la suplementación a largo plazo siguen siendo insuficientes, limitando las recomendaciones prácticas.
En conclusión, la betaína tiene el potencial de mejorar la fuerza del tren inferior y, posiblemente, la potencia explosiva en actividades específicas como el salto vertical. Sin embargo, su efectividad en otros aspectos del rendimiento físico, como la fuerza del tren superior, la resistencia y la composición corporal, sigue siendo variable. Son necesarios más estudios controlados, con diseños homogéneos y muestras más diversas, para establecer recomendaciones sólidas sobre su uso en contextos deportivos.
Acceso libre al artículo original en: https://www.fisiologiadelejercicio.com/wp-content/uploads/2024/11/Effects-of-chronic-betaine-supplementation-on.pdf
Referencia completa:
Zawieja E, Machek S, Zanchi NE, Cholewa J, Woźniewicz M. Effects of chronic betaine supplementation on exercise performance: Systematic review and meta-analysis. J Sports Sci. 2024 Nov 8:1-14. doi: 10.1080/02640414.2024.2423578.