Hall ECR, John G, Ahmetov II. Testing in Football: A Narrative Review. Sports (Basel). 2024 Nov 13;12(11):307. doi: 10.3390/sports12110307.
El fútbol, con su naturaleza intermitente, exige que los jugadores posean una notable capacidad aeróbica y fuerza explosiva para ejecutar movimientos rápidos y potentes. Las pruebas de aptitud física son útiles para diferenciar a jugadores de distintos niveles competitivos y entre titulares y suplentes. De acuerdo con una encuesta realizada entre profesionales de élite en 24 países, las capacidades más evaluadas son la fuerza (85%), la capacidad aeróbica (82%) y la potencia/reactividad (78%). El inicio de la pretemporada es el momento más común para realizar estas pruebas, permitiendo establecer valores base, monitorear cambios durante la temporada y fijar objetivos de rehabilitación para jugadores lesionados. Se dispone de varios protocolos para evaluar la capacidad fisiológica, adaptándose a las características específicas del fútbol.
- Capacidad aeróbica
El fútbol requiere una excelente capacidad aeróbica, ya que el metabolismo aeróbico predomina durante el juego. Los jugadores de élite suelen recorrer más de 10 km por partido y deben recuperarse activamente tras acciones explosivas intermitentes. El consumo máximo de oxígeno (VO2max) es el marcador más común de esta capacidad, variando según el nivel competitivo y la posición en el campo. Incrementos en el VO2max se relacionan con mayores distancias recorridas durante el juego.
El VO2max puede evaluarse en laboratorio mediante pruebas en cinta rodante, que incluyen el análisis de lactato para determinar el umbral láctico y ajustar entrenamientos. Sin embargo, las pruebas de campo son las más populares debido a su simplicidad y capacidad para evaluar múltiples jugadores simultáneamente. Entre las pruebas de campo destacan el 30-15 Intermittent Fitness Test (30-15 IFT) y los Yo-Yo Intermittent Recovery tests (YYIR-1 y YYIR-2), que consisten en carreras intermitentes con velocidades incrementales controladas por una señal audible. Otros métodos incluyen el Bosco Test, el Multi-Stage Fitness Test y pruebas de carrera cronometradas. Aunque las pruebas de campo son menos precisas que las de laboratorio, son más específicas y válidas para el fútbol, permitiendo detectar cambios en la aptitud física de los jugadores.
- Velocidad lineal
La aceleración y la capacidad de cubrir distancias rápidamente son determinantes en el resultado de partidos. Las pruebas de velocidad lineal implican sprints máximos sobre distancias definidas, recomendándose el uso de cronómetros automáticos para reducir errores de medición. Las distancias más evaluadas son 10, 20 y 30 metros, reflejando las actividades más frecuentes en el juego, donde los sprints suelen durar entre 2 y 4 segundos en trayectos menores a 20 metros.
La especificidad de las pruebas es crucial, ya que la mayoría de los sprints en el fútbol comienzan desde una posición de caminata o trote, aunque las pruebas con salida volada se usan menos. Estas pruebas no solo ayudan a diseñar intervenciones de entrenamiento, sino que también permiten evaluar la efectividad de programas combinados de fuerza y velocidad, ya que existe una relación entre la fuerza máxima de las extremidades inferiores y el rendimiento en sprints.
- Fuerza muscular
La fuerza muscular es crucial para acciones explosivas y está asociada con un menor riesgo de lesiones. Los desequilibrios de fuerza entre grupos musculares son un factor de riesgo para lesiones, por lo que las pruebas de fuerza son rutinarias en el fútbol profesional y juvenil.
Las pruebas de fuerza máxima deben ser eficientes y no generar fatiga excesiva. Las evaluaciones isométricas, como el “pull” isométrico en el muslo medio y el test de isométrico de aductores, han ganado popularidad por su fiabilidad y simplicidad. Además, pruebas como el ejercicio nórdico de isquiotibiales evalúan la fuerza excéntrica y se utilizan como herramienta de prevención de lesiones.
El dinamómetro isocinético es común en pretemporada para establecer perfiles de fuerza, como la relación isquiotibiales/cuádriceps. Sin embargo, su correlación con otras pruebas de fuerza es limitada, y su utilidad en la predicción de lesiones es debatida. Las pruebas isométricas y las basadas en dispositivos portátiles están reemplazando progresivamente a las pruebas isocinéticas y de máximas repeticiones debido a su menor tiempo y carga para los jugadores. La fuerza está altamente relacionada con la aceleración, velocidad de movimiento, capacidad de salto y velocidad en sprints, justificando que sea la capacidad fisiológica más medida en el fútbol de élite.
- Potencia muscular
La potencia muscular, que combina fuerza y velocidad de contracción, es fundamental para traducir la fuerza en acciones explosivas. Las pruebas de potencia muscular, como los sprints y saltos, ofrecen mayor validez ecológica que las pruebas de fuerza isométrica o isocinética, al replicar acciones específicas del juego.
Los saltos son las pruebas de potencia más comunes en el fútbol, destacándose el salto con contramovimiento y el salto desde sentadilla. Otras variantes incluyen saltos con una sola pierna, saltos repetidos y pruebas de caída (drop jump). Estas pruebas requieren poca familiarización y permiten evaluaciones frecuentes con alta fiabilidad. La capacidad de ejecutar acciones explosivas decisivas en el campo justifica que la potencia y la fuerza reactiva se evalúen más que la velocidad, la agilidad o la capacidad de realizar sprints repetidos.
- Capacidad de sprints repetidos (RSA)
Aunque los sprints individuales son importantes, el perfil de actividad del fútbol exige la capacidad de realizar sprints repetidos en intervalos cortos. La capacidad aeróbica influye en la recuperación entre sprints y está correlacionada con la RSA, pero las pruebas específicas de RSA ofrecen información adicional sobre la intersección entre potencia muscular y resistencia.
Los protocolos de RSA generalmente incluyen 6 a 8 repeticiones de distancias de 25 a 40 metros con descansos de 10 a 25 segundos, similares al protocolo validado de Bangsbo (7 sprints de 35 metros con 25 segundos de recuperación). Estas pruebas son prácticas y eficientes para la selección de jugadores y el monitoreo de la forma física, aunque requieren más tiempo que las pruebas de velocidad simple. Curiosamente, la RSA es la capacidad menos evaluada por los entrenadores, probablemente debido a restricciones de tiempo y a la posibilidad de inferirla a partir de pruebas de capacidad aeróbica.
- Agilidad
El juego dinámico y impredecible del fútbol exige buena agilidad para realizar cambios de dirección rápidos. La agilidad combina fuerza, velocidad, equilibrio y coordinación, siendo crucial que las pruebas incorporen cambios frecuentes de dirección en un contexto similar al juego.
Aunque las pruebas de agilidad se consideran altamente relevantes, solo el 50% de los entrenadores de élite las utilizan. La prueba 505, desarrollada en los años 80, es la más popular, consistiendo en un sprint de 15 metros, un giro de 180 grados y un sprint de 10 metros hacia el punto de inicio. Existen otras pruebas como el Illinois Agility Test, el t-test y el Arrowhead Agility Test, que también incluyen cambios de dirección rápidos. Recientemente, se han diseñado protocolos específicos para el fútbol que incorporan cambios de dirección preplanificados y reactivos en respuesta a estímulos externos, mejorando su validez ecológica.
Conclusión
En el fútbol de élite, las pruebas de capacidad fisiológica priorizan la evaluación de fuerza, capacidad aeróbica y potencia. Existen numerosos protocolos válidos y confiables para medir estas capacidades, permitiendo detectar cambios a lo largo del tiempo. Las pruebas deben ser eficientes y prácticas, facilitando la evaluación de grandes grupos de jugadores en entornos de campo o gimnasio, minimizando la carga de trabajo y permitiendo evaluaciones frecuentes para identificar tendencias en el rendimiento.
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