Modalidades de ejercicio para adultos y jóvenes con prehipertensión y hipertensión arterial

Ejercicio en Patologías Crónicas

Tian L, Yang S, Hu Y, Cui J, Guo X, Liao Z, Liu Y. Exercise Training Modalities in Young and Middle-Aged Adults With Prehypertension or Hypertension: A Systematic Review and Network Meta-Analysis. Health Sci Rep. 2025 May 6;8(5):e70580. doi: 10.1002/hsr2.70580.

La hipertensión arterial y la prehipertensión afectan a una gran parte de la población mundial mayor de 18 años, con una prevalencia estimada entre el 25% y el 45%. Aunque tradicionalmente se han asociado con la edad avanzada, cada vez hay más evidencia que señala su alta incidencia en adultos jóvenes y de mediana edad. Por ejemplo, en China, el 37,8% de los adultos entre 18 y 39 años presentan prehipertensión y el 17,2% hipertensión. En India, la hipertensión juvenil afecta al 7% de los adultos jóvenes y en Bangladesh al 33,5%. Sin embargo, estos datos podrían estar subestimados debido a la baja conciencia de salud y los hábitos poco saludables (como el mal sueño) en estas poblaciones.

Las consecuencias de la presión arterial elevada en edades tempranas son severas: incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares hasta 3 veces, y se asocia con hasta el 50% de los casos de ictus y cardiopatía isquémica. Además, puede ocasionar daños orgánicos subclínicos desde etapas tempranas, lo que justifica la necesidad de intervenciones preventivas eficaces.

Aunque el tratamiento farmacológico es la primera línea para la hipertensión, entre el 12% y 15% de los pacientes presentan hipertensión resistente a pesar de la medicación. Por eso, organismos internacionales recomiendan el ejercicio físico como herramienta eficaz para prevenir y controlar tanto la hipertensión como sus complicaciones. Las evidencias más recientes sugieren que el ejercicio regular en adultos jóvenes y de mediana edad puede reducir significativamente los eventos cardiovasculares a largo plazo. En China, por ejemplo, se promueve el ejercicio para frenar la progresión de la presión arterial elevada desde fases tempranas.

A pesar de que tanto el ejercicio aeróbico como el de fuerza han demostrado eficacia, existen discrepancias en cuanto a qué tipo, intensidad y combinación de ejercicio resulta más eficaz. Algunas investigaciones defienden el ejercicio aeróbico moderado o intenso; otras, en cambio, apoyan el ejercicio de fuerza. Además, la mayoría de las guías se han desarrollado a partir de estudios en población mayor, por lo que sus recomendaciones no pueden extrapolarse directamente a adultos más jóvenes.

En este contexto, el objetivo del presente estudio fue realizar una revisión sistemática y un metaanálisis en red para comparar los efectos de diferentes modalidades de ejercicio (aeróbico y de fuerza, de diferentes intensidades) sobre la presión arterial y los biomarcadores cardiovasculares en adultos jóvenes y de mediana edad con prehipertensión o hipertensión. El objetivo final es identificar las estrategias óptimas de ejercicio para mejorar estos factores de riesgo cardiovascular.

Hallazgos principales

Los resultados revelan que el ejercicio aeróbico de intensidad baja-media (AE-LM) es el más efectivo para reducir la presión arterial sistólica (PAS) en comparación con otros tipos de ejercicio y con el grupo control, con una reducción de 8.08 mmHg. Por otro lado, la presión arterial diastólica (PAD) se reduce de forma más significativa mediante el ejercicio de fuerza de alta intensidad (RE-H) (−4.75 mmHg) y también mediante el AE-LM (−4.27 mmHg).

En cuanto a los factores de riesgo cardiovascular, el AE-LM se asoció con mejoras significativas en:

  • Índice de masa corporal (IMC)
  • Colesterol total
  • Lipoproteínas de alta densidad (HDL)
  • Lipoproteínas de baja densidad (LDL)
  • Triglicéridos (TG)

Ninguna intervención tuvo un efecto significativo sobre la frecuencia cardíaca en reposo.

Interpretación de los resultados

El AE-LM fue el más eficaz para reducir la PAS, incluso más que el ejercicio aeróbico de alta intensidad (AE-H), confirmando estudios anteriores. Esta modalidad de ejercicio podría ser más apropiada para personas que se inician o que tienen ciertas limitaciones, ya que genera mejoras sin requerir grandes demandas fisiológicas. Sin embargo, otras investigaciones sugieren efectos similares entre AE-H y AE-LM, lo que podría estar influido por las características basales de los participantes (edad, presión inicial, definición de hipertensión, etc.).

Respecto a la PAD, el entrenamiento de fuerza de alta intensidad (RE-H) fue el más efectivo. Este hallazgo es consistente con estudios previos que sugieren que este tipo de ejercicio puede reducir significativamente la PAD, especialmente en personas jóvenes con hipertensión predominantemente diastólica. Esto se explica en parte porque, a diferencia de la PAS, la PAD suele estar más elevada en jóvenes que en personas mayores. Así, el entrenamiento de fuerza puede representar una herramienta terapéutica más ajustada a esta población.

En cuanto al control del IMC, tanto AE-LM como AE-H mostraron tendencias a la reducción, pero solo el AE-LM fue estadísticamente significativo. La obesidad es un factor de riesgo clave en la hipertensión, ya que el exceso de grasa corporal promueve inflamación crónica, resistencia a la insulina y disfunción endotelial. Por tanto, la reducción del IMC mediante AE-LM representa una vía eficaz para reducir la presión arterial y el riesgo cardiovascular.

Respecto a los lípidos sanguíneos:

  • El AE-LM fue el único que mejoró significativamente el perfil lipídico completo (colesterol total, HDL, LDL, TG).
  • El AE-H tuvo efectos positivos, aunque no estadísticamente significativos.
  • El entrenamiento de fuerza (RE-H y RE-LM) no mostró mejoras relevantes en este sentido.

La ausencia de cambios en la frecuencia cardíaca en reposo en todos los grupos puede deberse a que las intervenciones no fueron suficientemente largas o intensas, o a que la frecuencia cardíaca es un parámetro menos sensible a cambios a corto plazo en personas jóvenes sin patología cardíaca evidente.

Implicaciones clínicas

Este estudio proporciona evidencia sólida para recomendar ejercicio aeróbico de intensidad baja a moderada como la primera opción en personas jóvenes y de mediana edad con hipertensión o prehipertensión, dado su efecto combinado sobre PAS, PAD y parámetros lipídicos. Además, cuando el objetivo principal es reducir la PAD, se puede considerar el ejercicio de fuerza de alta intensidad como intervención prioritaria.

En la práctica clínica, esto significa que no todos los tipos de ejercicio tienen el mismo efecto, y la prescripción debe ser personalizada según el perfil de presión arterial y los factores de riesgo metabólicos del paciente. La combinación de modalidades también puede ser útil, pero debe evaluarse en función de los objetivos específicos.

Conclusión

Esta revisión sistemática y metaanálisis en red respalda la eficacia del ejercicio físico como herramienta terapéutica en la gestión de la hipertensión y prehipertensión en adultos jóvenes y de mediana edad. El ejercicio aeróbico de baja a moderada intensidad (AE-LM) se presenta como la intervención más completa, al reducir significativamente la presión arterial sistólica y los factores de riesgo cardiovascular. En cuanto a la presión diastólica, el ejercicio de fuerza de alta intensidad (RE-H) muestra el mayor efecto reductor. Estos hallazgos permiten establecer estrategias de ejercicio más específicas y basadas en evidencia para prevenir y controlar la hipertensión desde edades tempranas.

Acceso libre al artículo original en: https://www.fisiologiadelejercicio.com/wp-content/uploads/2025/05/Prehypertension-or-Hypertension.pdf

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