Las enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares constituyen la principal causa de mortalidad global. Más allá de los factores clásicos como la inflamación y el daño endotelial, cada vez se reconoce con mayor claridad el papel del metabolismo energético en su desarrollo.
En este contexto surge la irisina, una mioquina liberada durante el ejercicio físico, capaz de modular la función mitocondrial, el estrés oxidativo y la inflamación. Su potencial como nexo entre ejercicio y salud cardiovascular ha impulsado numerosos estudios que exploran su impacto en patologías como la aterosclerosis, el infarto agudo de miocardio, el daño por isquemia-reperfusión, la insuficiencia cardiaca y los accidentes cerebrovasculares.
Biología de la Irisina: estructura, secreción y funciones clave
Una proteína altamente conservada
La irisina deriva de la escisión del precursor FNDC5, regulado por PGC-1α, el gran coordinador del metabolismo energético. Su secuencia es sorprendentemente conservada entre humanos y roedores, lo que sugiere una función esencial en la fisiología. Posee dos sitios de N-glicosilación, esenciales para su estabilidad y secreción. Su tamaño puede oscilar entre 12 y 35 kDa, dependiendo del grado de glicosilación
Existen dos formas principales de aumento de irisina:
- Ejercicio agudo: aumenta el estrés metabólico, promueve la escisión de FNDC5 y libera irisina rápidamente a la circulación.
- Ejercicio crónico: incrementa la expresión de FNDC5 en músculo y miocardio, potenciando la disponibilidad de irisina ante futuros estímulos.
Además, en estados de enfermedad, la irisina actúa como un reparador mitocondrial, restaurando homeostasis energética, reduciendo estrés oxidativo y estimulando la autofagia mitocondrial.
Más allá del tejido adiposo, la irisina actúa en: hueso, hígado, riñón, ovario, retina, cerebro y corazón.
En el sistema nervioso aumenta BDNF y favorece la plasticidad sináptica, mientras que en el corazón participa en el mantenimiento de la biogénesis mitocondrial y la resistencia al estrés oxidativo.
Irisina y salud cardiovascular
La evidencia clínica presenta resultados contradictorios, pero estudios recientes coinciden en que pacientes con aterosclerosis presentan niveles más bajos de irisina, y aquellos con enfermedades inflamatorias sistémicas también muestran descensos con mayor grosor íntima-media (IMT)
Los estudios experimentales refuerzan su papel protector:
- Reduce la formación de placas en modelos animales con sobreexpresión de FNDC5.
- Disminuye la inflamación vascular reduciendo MCP-1, VCAM-1, ROS y activación de NF-κB.
- Protege el endotelio inhibiendo la apoptosis e incrementando la señalización AMPK y AKT.
En su conjunto, la irisina aparece como un modulador clave del proceso aterogénico, con potencial para convertirse en biomarcador temprano, aunque requiere estandarización de métodos de medición.
La relación entre irisina y riesgo cardiovascular no es lineal, pero la mayoría de estudios clínicos muestran que niveles bajos de irisina se asocian con mayor riesgo de infarto y peores resultados posteriores.
La irisina emerge como un mediador clave en la supervivencia cardiomiocitaria tras episodios isquémicos.
La reperfusión tras un evento isquémico puede agravar el daño mediante inflamación, disfunción mitocondrial y estrés del retículo endoplásmico. Aquí, la irisina muestra un perfil claramente protector:
- Disminuye el estrés oxidativo, aumentando SOD-1 y p38 fosforilado.
- Estimula la mitofagia (PINK3, Parkin).
- Reduce el estrés del retículo endoplásmico (disminuye GRP78, CHOP e IRE1α).
- Suprime inflamación inhibiendo NLRP3.
Estudios recientes incluso sugieren que la irisina podría modular la relación intestino-corazón, mejorando disbiosis asociada al daño de reperfusión.
La insuficiencia cardiaca (IC) se caracteriza por disfunción energética y pérdida de masa muscular. La irisina, estrechamente vinculada al metabolismo mitocondrial, ha sido investigada como marcador y posible diana terapéutica.
- Algunos estudios tempranos mostraban niveles elevados en IC grave como posible mecanismo compensatorio.
- La mayoría de estudios recientes demuestran niveles bajos de irisina asociados a peor pronóstico, menor fracción de eyección y mayor mortalidad.
Funcionalmente, la irisina:
- Reduce ROS y apoptosis mediante regulación de microARNs.
- Mejora la función miocárdica aumentando PGC-1α y proteínas contráctiles.
- Activa la vía AMPK-ULK1, estimulando autofagia protectora.
- Disminuye hipertrofia cardiaca en modelos transgénicos.
Irisina y cerebrovascular: más allá del corazón
En estudios clínicos, niveles bajos de irisina predicen peor evolución y mayor mortalidad tras un ictus isquémico.
En modelos animales, su administración reduce el volumen del infarto y la neuroinflamación.
Los principales mecanismos incluyen:
- protección mitocondrial,
- inhibición de NLRP3,
- activación PI3K/AKT/mTOR,
- reducción de apoptosis neuronal.
La aportación principal de la irisina en ictus hemorrágico es su capacidad antiinflamatoria:
- transforma microglía M1 (proinflamatoria) en M2 (reparadora),
- reduce TNF-α e IL-6,
- inhibe NF-κB y la fosforilación de MAPK.
La depresión tras un ictus afecta a un tercio de los pacientes. La irisina parece un mediador clave entre ejercicio y salud mental:
- incrementa BDNF e IGF-1,
- reduce inflamación y daño mitocondrial,
- revierte la activación de NLRP3.
En pacientes, niveles bajos al ingreso predicen desarrollo de depresión a los tres meses.
La relación con la grasa perivascular (PVAT)
La PVAT, considerada el “cuarto tipo” de grasa, modula el tono vascular y participa en la inflamación. Su disfunción contribuye a enfermedades cardiovasculares, especialmente en obesidad.
La irisina:
- normaliza la función endotelial en modelos de dieta alta en grasa,
- restaura la anticontractilidad de la aorta,
- ejerce parte de estos efectos a través de HO-1.
Esta interacción abre una vía prometedora para entender cómo el ejercicio modula la función vascular a través del tejido adiposo.
Conclusión
La irisina actúa como un vínculo molecular entre ejercicio y protección cardiovascular y cerebrovascular. Sus efectos abarcan:
- modulación metabólica,
- protección mitocondrial,
- reducción del estrés oxidativo,
- regulación de la inflamación,
- estimulación de mecanismos de reparación tisular.
Aunque persisten desafíos —como la heterogeneidad en métodos de medición, diferencias según estadio de enfermedad y ausencia de grandes ensayos clínicos—, la evidencia actual posiciona a la irisina como una de las moléculas más prometedoras para futuras terapias en cardiología y neurología.
Acceso libre al artículo original en: https://www.fisiologiadelejercicio.com/wp-content/uploads/2025/11/Endocrino-Diabet-Metabol-2025-Lan-Irisin-the-Myokine-Guardian-and-Mediator-in-Cardiovascular-System-1.pdf
Referencia completa:
Lan T, Yan X, Li J, Gu H, Hou Q, He E, Yang Q. Irisin, the Myokine: Guardian and Mediator in Cardiovascular System. Endocrinol Diabetes Metab. 2025 Nov;8(6):e70097. doi: 10.1002/edm2.70097.



