Sigue siendo objeto de debate qué características del ejercicio son más beneficiosas para los pacientes que han sufrido un infarto de miocardio (IM).
Recientemente se han publicado los resultados de un metaanálisis (Qin y col, 2021; Eur J Prev Cardiol 19-jul; doi: 10.1093/eurjpc/zwab060) cuyo objetivo fue investigar los efectos del entrenamiento interválico de alta intensidad (HIIT) en estos pacientes. Ocho estudios cumplieron los criterios del estudio, incluidos 387 pacientes.
Los resultados mostraron que en comparación con el grupo de control [entrenamiento continuo de intensidad moderada (MICT) y / o actividad física de rutina], el HIIT mejoró significativamente el consumo máximo de oxígeno (VO2max) [diferencia media = 3,83 ml / kg / min, intervalo de confianza (IC) del 95% (3,25, 4,41), P <0,01]. No se encontraron diferencias significativas en la presión arterial sistólica y diastólica, la frecuencia cardíaca máxima y en reposo, la fracción de eyección del ventrículo izquierdo, el volumen telediastólico del ventrículo izquierdo y la calidad de vida entre el grupo HIIT y el grupo control. La duración del seguimiento osciló entre 6 y 12 semanas. La incidencia de eventos adversos fue similar entre los grupos [diferencia de riesgo = 0.01, IC del 95% (-0.02, 0.04), P = 0.53].
El HIIT se asocia a adaptaciones fisiológicas musculares, metabólicas, pulmonares y cardiocirculatorias, entre otras. El principal efecto del HIIT sobre variables fisiológicas es sobre el VO2max/VO2pico, tanto en personas sanas como en diferentes pacientes con patologías sistémicas. Es ese carácter intenso lo que le otorga a esta modalidad de entrenamiento la capacidad de mejora en una variable, el VO2max/VO2pico, que en el ámbito deportivo se asocia al rendimiento en muchas especialidades, mientras que en el contexto clínico se vincula al pronóstico en diferentes patologías
