Frío, calor, hipoxia: efectos sobre el daño muscular inducido por el ejercicio

En la medicina deportiva, optimizar la recuperación muscular tras el daño muscular inducido por el ejercicio (EIMD) es un objetivo central. En los últimos años ha crecido el interés por emplear estresores ambientales —como el frío, el calor, las terapias de contraste y la hipoxia— como herramientas no farmacológicas para mejorar la regeneración muscular y reducir síntomas asociados al EIMD, tales como dolor, inflamación, pérdida de rendimiento y limitación del rango articular.

Aunque muchas investigaciones iniciales se han realizado en modelos animales, también existen estudios en humanos que analizan las respuestas fisiológicas a estos estresores. Diversas revisiones sistemáticas han tratado cada uno de ellos de manera independiente, pero faltaba un análisis comparativo e integrador que evaluara su eficacia relativa y posibles sinergias.

El artículo aborda cuatro grandes enfoques:

  1. Terapia con frío (Cold Therapy, CT): Incluye inmersión en agua fría (CWI), crioterapia de cuerpo entero o parcial (WBC/PBC), compresas frías y materiales de cambio de fase. Su fundamento es la vasoconstricción, que reduce el flujo sanguíneo local, disminuye la actividad metabólica y la demanda de oxígeno, con el potencial de atenuar dolor, inflamación y edema. Sin embargo, existe debate sobre si esta reducción del aporte sanguíneo puede interferir en la eliminación de desechos y la regeneración muscular.
  2. Terapia con calor (Heat Therapy, HT): Mediante inmersión en agua caliente, cámaras térmicas, diatermia o calor local. El calor promueve la vasodilatación, aumentando el flujo sanguíneo y acelerando los procesos de reparación. Se ha propuesto que puede inducir proteínas de choque térmico (HSP), favorecer la proliferación de células satélite y mejorar la recuperación funcional.
  3. Terapia de contraste (Contrast Therapy, CWT): Alternancia de frío y calor, cuyo objetivo principal es estimular la circulación sanguínea y reducir la inflamación a través de variaciones rápidas en la perfusión.
  4. Terapia de hipoxia (Hypoxia Therapy, HTx): Fundamentalmente mediante compresión intermitente o restricción del flujo sanguíneo (BFR), que genera hipoxia local y desencadena respuestas metabólicas y celulares. En menor medida, se ha explorado la hipoxia sistémica. Estas estrategias pueden modular la inflamación y mejorar la recuperación muscular si se aplican con la presión y la frecuencia adecuadas.

El propósito del artículo es analizar de forma comparativa la eficacia de estas intervenciones sobre cinco marcadores clave de recuperación:

  • Rendimiento muscular (MP)
  • Amplitud articular (ROM)
  • Dolor muscular o soreness (SOR)
  • Hinchazón o edema (SWELL)
  • Biomarcadores sanguíneos de daño e inflamación (BM)

La revisión se centra en ensayos clínicos controlados y randomizados, filtrando las evidencias por momento de aplicación (pre- o post-EIMD), tipo de técnica utilizada y parámetros específicos de cada protocolo.

Los resultados muestran que, al considerar globalmente todas las técnicas y aplicaciones, la eficacia es modesta e inconsistente. No obstante, al analizar en detalle el cuándo, el cómo y el con qué parámetros se aplican, emergen patrones más claros.

  1. Terapia con frío

Aunque es la estrategia más utilizada en el deporte, la evidencia indica que solo un tercio de los estudios reportan beneficios sobre la inflamación o la función muscular.

  • Efectos positivos: principalmente sobre el dolor percibido y, en menor medida, en la recuperación de la potencia muscular.
  • Limitaciones: no reduce de forma consistente biomarcadores como CK, LDH o IL-6. Parte de los efectos pueden deberse al placebo más que a mecanismos fisiológicos directos.
  • Comparación de técnicas:
    • Crioterapia de cuerpo/parcial (CRYO, WBC/PBC) mostró mayor eficacia en recuperación funcional y reducción de inflamación.
    • Inmersión en agua fría (CWI) fue menos efectiva y sus beneficios dependen de la temperatura: valores entre 11–15 °C parecen óptimos, mientras que ≤10 °C no resultan eficaces.
    • Las aplicaciones locales (hielo, wraps, PCM) mostraron eficacia moderada, sobre todo en reducción del dolor.
  • Momento de aplicación: aplicar frío antes del ejercicio no es recomendable, ya que puede perjudicar el rendimiento y aumentar el riesgo de lesión.
  1. Terapia con calor

El calor mostró resultados más prometedores que el frío, especialmente en la recuperación de la función muscular.

  • Efectos: favorece la recuperación del rango de movimiento (ROM), reduce dolor y estimula procesos celulares de reparación (proliferación de células satélite, activación de HSP).
  • Técnicas más eficaces:
    • Inmersión en agua caliente (HWI) con temperaturas de 41–44 °C durante 38–45 min fue la más consistente en mejorar la función muscular.
    • El calor localizado superficial puede ser útil, pero su efectividad depende de la ausencia de retrasos en la aplicación.
    • La diatermia (DLH) y otras técnicas requieren protocolos más definidos.
  • Momento de aplicación: tanto pre- como post-EIMD parecen eficaces, pero la aplicación inmediata después del daño ofrece mejores resultados que hacerlo 24–48 h más tarde.
  1. Terapia de contraste

Los estudios son limitados, pero los resultados sugieren que el contraste calor-frío es particularmente eficaz para reducir la hinchazón (SWELL).

  • El protocolo más eficiente fue alternar 15 °C y 38 °C cada minuto durante 14 min, aplicado durante 4 días consecutivos.
  • Las variaciones de duración e intensidad influyen en los resultados.
  • La evidencia aún es insuficiente para establecer protocolos estandarizados.
  1. Terapia de hipoxia

La mayoría de estudios utilizaron compresión intermitente para inducir hipoxia local.

  • Resultados:
    • Todos los estudios reportaron mejoras en el rendimiento muscular.
    • Entre el 50–67% observaron reducciones en dolor y edema.
    • Los efectos fueron más claros con presiones altas (190–220 mmHg), que alcanzan un 80% de oclusión sanguínea.
  • Factores críticos: protocolos con baja presión no mostraron beneficios. La repetición de sesiones antes del ejercicio fue más eficaz que una sola aplicación.
  • Hipoxia sistémica: apenas estudiada, con resultados preliminares poco concluyentes.

Reflexiones globales

  1. Importancia de los parámetros: más que el tipo de técnica en sí, la eficacia depende de la dosis, frecuencia y momento de aplicación.
  2. Frío vs. calor: mientras que el frío es más efectivo para controlar dolor a corto plazo, el calor (especialmente HWI) parece más útil para restaurar la función muscular.
  3. Contraste: útil contra la inflamación localizada, aunque requiere mayor investigación.
  4. Hipoxia: prometedora, sobre todo mediante protocolos de compresión bien ajustados.
  5. Limitaciones: la heterogeneidad de protocolos, la baja calidad metodológica en parte de los estudios y la falta de poblaciones diversas (muchos estudios con sujetos no entrenados) dificultan extraer conclusiones universales.

Conclusiones

  • Las terapias basadas en estresores ambientales pueden ser eficaces si se aplican en las condiciones correctas, pero los beneficios no son universales.
  • El calor y la hipoxia local se perfilan como las intervenciones con mayor potencial para mejorar la recuperación funcional.
  • El frío sigue siendo ampliamente utilizado, aunque su efectividad real puede estar sobrevalorada.
  • Se necesitan más estudios de alta calidad que comparen protocolos, exploren efectos combinados y evalúen la aplicabilidad en poblaciones atléticas diversas.

Acceso libre al artículo original en: https://www.fisiologiadelejercicio.com/wp-content/uploads/2025/09/Isolated-and-Combined-Effects-of-Cold-Heat-and-Hypoxia-Therapies-on-Muscle-Recovery-Following-Exercise‑Induced-Muscle-Damage.pdf

Referencia completa:

Rousse Y, Sautillet B, Costalat G, Brocherie F, Millet GP. Isolated and Combined Effects of Cold, Heat and Hypoxia Therapies on Muscle Recovery Following Exercise-Induced Muscle Damage. Sports Med. 2025 Sep 22. doi: 10.1007/s40279-025-02300-8.

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