El entrenamiento induce cambios en la fuerza del músculo en conjunto y de las fibras musculares aisladas

Existe un cierto debate acerca de si el aumento de la fuerza vinculado al entrenamiento de la fuerza es el resultado del incremento del tamaño muscular. Recientemente se han publicado los resultados de un metaanálisis (Dankel y col, 2018; Eur J Appl Physiol 24-oct; doi: 10.1007/s00421-018-4022-9) cuyo objetivo fue comparar las adaptaciones en el músculo en conjunto y a nivel de las fibras aisladas. Los resultados mostraron que no hubo diferencias al comparar la hipertrofia del músculo en conjunto (4,6%) y de las fibras musculares aisladas (7,0%), aunque la ganancia de fuerza fue mayor en el conjunto del músculo (43,3%) respecto a de las fibras aisladas (19,5%). Además, se observó un aumento de tensión específico de las fibras tipo 1, pero no de las fibras 2, para similares aumentos de la fuerza (fibras 1: 17,5%; fibras 2ª: 17,7%), a pesar de diferencias en el tamaño muscular (fibras 1: 6,7%; fibras 2ª: 12,1%). Los resultados soportan la hipótesis de que las adaptaciones neurales juegan un importante papel en la mejora de la fuerza isotónica del musculo en conjunto, pero también demuestra la mejora de la tensión especifica de las fibras musculares tipo 1. Estos resultados sugieren que algunos mecanismos intrínsecos de la fibra muscular, independientemente del crecimiento muscular, puede contribuir al incremento de la fuerza en respuesta al entrenamiento de fuerza.

El entrenamiento de fuerza es término muy genérico que habitualmente se vincula a la realización de ejercicios que buscan como adaptación la mejora de la fuerza máxima, la potencia muscular, la hipertrofia, o bien una combinación de todas ellas. En realidad, cualquier modalidad de ejercicio es implícitamente un entrenamiento de fuerza, pero cuando el desarrollo de la tensión muscular aplicada es bajo-moderado se puede sostener durante más tiempo en contracciones sucesivas (ej. correr) y entonces lo denominados entrenamiento de resistencia aeróbica, porque como resultado de esa baja necesidad energética y del perfil continuista del ejercicio se consigue la activación de los grandes sistemas de aprovisionamiento de oxígeno y nutrientes de los músculos (sistema cardiopulmonar). En cualquier caso, las adaptaciones al entrenamiento de fuerza, como en cualquier otra modalidad de entrenamiento, son esencialmente musculares y neuroendocrinas, y ello afecta al músculo en su conjunto y a la particularidad de las fibras musculares.

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