Existe evidencia limitada con respecto a las alteraciones adversas que afectan la función cardiovascular y pulmonar en adultos físicamente activos afectados por COVID-19, especialmente en deportistas.
Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Komici y col, 2021; J Clin Med 9.jul; doi: 10.3390/jcm10143053) cuyo objetivo fue describir la presentación clínica de COVID-19 en una cohorte de atletas, así como reflejar los hallazgos de la espirometría y ecocardiografía y el rendimiento cardiorrespiratorio durante el ejercicio.
Participaron veinticuatro atletas con COVID-19 para este estudio después de finalizar el autoaislamiento y la confirmación de los resultados de laboratorio negativos. Todos los deportistas se sometieron a evaluación clínica, espirometría, ecocardiografía y prueba de esfuerzo cardiopulmonar (CPET). Estos datos se compararon con un grupo de atletas de control sanos.
Los resultados mostraron que la anosmia fue el síntoma más frecuente presente en el 70,83% de los pacientes, seguido de la mialgia, la fatiga y la ageusia. Los síntomas persistentes más frecuentes fueron anosmia (45,83%) y ageusia (33,33%). En comparación con los controles, los pacientes con COVID-19 presentaron un FEV1% más bajo: 97,5 (91,5-108) vs.109 (106-116) p = 0,007. El consumo máximo de oxígeno (VO2) en los pacientes con COVID-19 fue 50,1 (47,7-51,65) frente a 49 (44,2-52,6) en los controles (p = 0,618).
Los autores concluyeron que no se identificó una capacidad de ejercicio reducida y la función pulmonar y cardiovascular no se altera durante la fase de recuperación temprana en una población de deportistas, excepto la reducción del FEV1.
La prevalencia de alteración respiratoria post-COVID-19 es muy alta entre deportistas. Aunque en muchas ocasiones las pruebas de esfuerzo no detectan evidencia de descenso de los valores del intercambio gaseoso, en mi opinión, la mayoría de los deportistas deberían realizar un periodo de entrenamiento de músculos inspiratorios en la recuperación de la infección por COVID-19
