Recuperación postpartido en fútbol profesional: ¿bastan 3 días?

El fútbol profesional es un deporte de altísima exigencia física y mental. Durante un partido, los jugadores recorren entre 10 y 13 km, con predominio de esfuerzos de baja intensidad (cerca del 90% del tiempo caminando o trotando), pero con más de 2 km de carrera de alta intensidad y al menos 500 m de esprints de muy alta intensidad. A esto se suman acciones explosivas como aceleraciones, frenadas, saltos, entradas y disparos, que suelen estar presentes en los momentos más decisivos del juego: se ha observado que en torno al 82% de las situaciones de gol dependen de estas acciones de alta potencia.

El calendario profesional, con partidos cada 72 horas debido a la congestión de competiciones, amplifica el estrés físico y psicológico de los jugadores. Factores adicionales como los viajes, la alteración de rutinas y el sueño en ambientes no familiares también influyen en la fatiga acumulada.

La fatiga en el fútbol se define como una condición psicofisiológica que reduce el rendimiento motor o cognitivo y aumenta la percepción de cansancio. Sus consecuencias incluyen:

  • Disminución de la distancia total recorrida, el número de carreras de alta velocidad y los esprints, especialmente en la segunda parte.
  • Reducción del rendimiento técnico (precisión en el pase y el disparo).
  • Mayor riesgo de lesiones, que tienden a concentrarse en los minutos finales de los encuentros.

Por ello, la monitorización de la fatiga y de los procesos de recuperación es fundamental para optimizar el rendimiento y minimizar riesgos. Las evaluaciones suelen incluir:

  • Subjetivas: percepción de dolor, escalas de bienestar.
  • Bioquímicas: marcadores de daño muscular (creatina quinasa, lactato deshidrogenasa) e inflamación (interleucina-6, proteína C-reactiva).
  • Físicas: salto con contramovimiento (CMJ), esprints, pruebas de fuerza isométrica.

La literatura muestra que tras un partido se producen alteraciones fisiológicas múltiples: aumento de marcadores inflamatorios y de daño muscular durante hasta 72 horas, reducción de parámetros inmunitarios y hormonales (descenso de testosterona, aumento de cortisol) y alteraciones oxidativas. Esto sugiere que la recuperación tras un solo encuentro puede prolongarse más allá de las 72 horas, comprometiendo el rendimiento en partidos sucesivos.

Aunque existen revisiones previas sobre la fatiga postpartido, la mayoría incluyen jugadores semiprofesionales, categorías juveniles o protocolos de simulación que no replican la exigencia real de un encuentro oficial. Además, no siempre diferencian entre sexos o niveles competitivos. Por ello, este trabajo se centra en jugadores profesionales masculinos, en partidos oficiales de 11 contra 11, con el objetivo de analizar la evolución temporal de las alteraciones físicas tras un encuentro y establecer un marco claro para entender cuánto dura la fatiga en este nivel.

La hipótesis de los autores es que la fatiga inducida por un partido produce deterioro en todas las variables físicas inmediatamente después del juego, con persistencia de la mayoría de estas alteraciones hasta al menos 72 horas después.

Esta revisión sistemática es la primera que se centra exclusivamente en jugadores profesionales y en partidos oficiales, lo que aporta una visión más aplicable a la realidad del alto rendimiento.

Los resultados muestran que:

  1. De inmediato tras el partido, todas las medidas de rendimiento físico (fuerza, salto, esprints, agilidad) se ven afectadas de manera significativa.
    • La fuerza excéntrica de isquiotibiales y la fuerza máxima voluntaria de extensores de rodilla presentan descensos notables (alrededor del 10%).
    • La capacidad de salto (CMJ) también se reduce.
    • La habilidad técnica, sin embargo, parece mantenerse estable en profesionales, lo que contrasta con lo observado en jugadores jóvenes.
  2. En los días posteriores, la recuperación es heterogénea:
    • Variables como el sprint corto, el cambio de dirección y algunas medidas de fuerza recuperan sus valores basales entre las 24 y 48 horas.
    • Sin embargo, el salto vertical y la fuerza de isquiotibiales siguen deteriorados incluso a las 72 horas.
    • Esto sugiere que ciertos grupos musculares (especialmente los isquiotibiales) sufren más daño y requieren mayor tiempo de recuperación, probablemente por la naturaleza excéntrica de sus contracciones.
  3. Riesgo de lesión: La reducción de fuerza en cuádriceps e isquiotibiales tras un partido, sumada a los cambios biomecánicos asociados a la fatiga, aumenta la vulnerabilidad de los jugadores a lesiones de rodilla y musculares, especialmente en la fase final de los encuentros y en los días siguientes.
  4. Factores individuales: La magnitud y duración de la fatiga dependen del nivel de condición física inicial. Los jugadores con mayor fuerza y capacidad aeróbica tienden a recuperar antes, lo que se traduce en menores alteraciones funcionales tras el partido. Esto resalta la importancia de la preparación física no solo para rendir, sino también para acelerar la recuperación.
  5. Discrepancias entre estudios: Aunque algunos trabajos muestran recuperación total en 48 horas, otros evidencian déficits persistentes hasta las 72 horas. Esto puede explicarse por:
    • Diferencias en el nivel competitivo (primera división italiana y portuguesa vs. ligas menores).
    • Diversidad en los protocolos de medición (fuerza isométrica vs. isocinética, plataformas de salto vs. sistemas ópticos).
    • Factores no controlados como viajes, calidad del sueño, carga de entrenamientos, o estrategias de recuperación.
  6. Aplicaciones prácticas:
    • Los entrenadores y preparadores físicos deben tener en cuenta que no todos los parámetros se recuperan al mismo ritmo.
    • Planificar cargas de entrenamiento y rotaciones sin considerar estas diferencias puede aumentar el riesgo de sobrecarga e incrementar las lesiones.
    • El salto vertical (CMJ) se confirma como una herramienta práctica, fiable y de bajo riesgo para monitorizar la fatiga neuromuscular.
    • La recuperación debe abordarse de forma individualizada, ajustada al perfil físico de cada jugador y al calendario competitivo.
  7. Limitaciones del estudio:
    • Solo 13 artículos cumplían los criterios de inclusión, lo que refleja la escasez de investigación específica en profesionales.
    • Gran heterogeneidad en métodos, muestras y ligas de procedencia.
    • Ausencia de datos de jugadores de nivel élite mundial (Tier 4 y 5), que podrían presentar perfiles de recuperación diferentes.
    • Se analizaron únicamente variables de rendimiento físico, dejando fuera aspectos bioquímicos y hormonales que complementarían la comprensión de la fatiga.

Conclusiones

El fútbol profesional genera un estado de fatiga complejo y multifactorial que impacta en el rendimiento físico incluso hasta 72 horas después de un partido. Aunque algunas capacidades (sprint, cambio de dirección, técnica) se recuperan rápidamente, la fuerza de los isquiotibiales y la capacidad de salto permanecen deterioradas durante más tiempo, lo que incrementa el riesgo de lesión si la carga no se ajusta adecuadamente.

Las diferencias individuales, relacionadas con la condición física de base, explican parte de la variabilidad en los tiempos de recuperación, reforzando la necesidad de programas personalizados. La evidencia respalda la importancia de la monitorización continua mediante pruebas físicas simples (como el CMJ) y la planificación de cargas considerando la recuperación incompleta de algunos parámetros clave.

Acceso libre al artículo original en: https://www.fisiologiadelejercicio.com/wp-content/uploads/2025/08/The-Time-Course-of-Post-Match-Physical-Impairments-in.pdf

Referencia completa:

Drayton AM, Hamad MJ, Spyrou K. The Time Course of Postmatch Physical Impairments in Professional Soccer: A Systematic Review. J Strength Cond Res. 2025 Aug 13. doi: 10.1519/JSC.0000000000005252.

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