El fútbol es uno de los deportes más practicados a nivel mundial y se caracteriza por demandas intermitentes de alta intensidad, alcanzando aproximadamente entre el 70–80% del VO₂max en competición. Estas exigencias fisiológicas conducen a contracciones musculares repetidas, daño estructural en fibras y un estado inflamatorio transitorio, condiciones que favorecen una mayor producción de especies reactivas de oxígeno (ROS), consideradas un marcador directo de estrés oxidativo. Por definición, las ROS son moléculas con electrones desapareados que pueden generar daño estructural y funcional si no son neutralizadas adecuadamente
Ante la producción controlada de ROS, el organismo activa mecanismos endógenos protectores, aumentando la síntesis de enzimas antioxidantes como la superóxido dismutasa, glutatión peroxidasa y glutatión reductasa. Esta respuesta fisiológica se considera adaptativa, puesto que pequeñas cantidades de ROS participan en procesos señalizadores asociados a la contractilidad muscular, la biogénesis mitocondrial y la adaptación al entrenamiento. Sin embargo, cuando la carga oxidante supera la capacidad antioxidante, puede inhibirse la recuperación y disminuir el rendimiento deportivo
En este contexto, la nutrición adquiere un papel clave. Los micronutrientes antioxidantes exógenos —principalmente vitaminas A, C, y E; y minerales como selenio, zinc y magnesio— contribuyen a frenar los procesos oxidativos mediante dos vías: ruptura de cadenas radicalarias y eliminación de moléculas prooxidantes. Dado que el fútbol femenino ha experimentado un crecimiento en los últimos años, se ha generado interés por caracterizar su perfil nutricional y metabólico. Históricamente, las recomendaciones procedían de investigaciones en hombres, a pesar de existir diferencias biomecánicas, metabólicas, hormonales y de carga de esfuerzo entre sexos
Las jugadoras suelen recorrer distancias totales e intensas inferiores a las registradas en varones, pero muestran perfiles relativos de intensidad similares cuando se evalúan por frecuencia cardíaca. Estas diferencias, junto con factores hormonales, variaciones en densidad mineral ósea, gasto energético y parámetros sanguíneos, condicionan necesidades nutricionales específicas. Estudios previos ya han documentado una ingesta inadecuada de micronutrientes clave en jugadoras profesionales.
Paralelamente, el uso de la metabolómica se ha consolidado como estrategia para estudiar el efecto del ejercicio sobre los fluidos biológicos, permitiendo detectar variaciones en rutas metabólicas relacionadas con energía, inflamación y oxidación. Mediante espectroscopía de resonancia magnética nuclear (RMN), diversos estudios han identificado metabolitos diferenciadores antes y después del ejercicio, especialmente en deportes intermitentes.
Sin embargo, existía un vacío relevante: conocer la interacción entre el consumo real de antioxidantes y los metabolitos relacionados con estrés oxidativo en jugadoras de fútbol durante temporada competitiva. Por ello, el objetivo del estudio fue analizar la ingesta dietética habitual de micronutrientes antioxidantes y relacionarla con metabolitos urinarios detectados mediante metabolómica RMN antes y después de partidos oficiales
Métodos
Se incluyeron 14 jugadoras profesionales, monitorizadas durante seis partidos oficiales. Se obtuvieron muestras de orina pre-partido e inmediatamente post-partido; además, se recogieron 11 diarios alimentarios durante el periodo de pretemporada.
Se cuantificaron 41 metabolitos urinarios y fueron correlacionados con niveles promedio de ingesta de vitaminas A-C-E, zinc, magnesio y selenio mediante correlaciones de Pearson y un modelo DIABLO multivariante
Principales hallazgos en ingesta dietética
El resumen de ingesta mostró que:
- Vitamina C y selenio fueron los únicos nutrientes con probabilidad alta de adecuación.
- Vitamina A, vitamina E, zinc y magnesio presentaron alta probabilidad de ingesta insuficiente.
- La ingesta calórica diaria apenas superaba el metabolismo basal estimado, lo que sugiere riesgo de déficit energético crónico.
Esta situación favorece alteraciones metabólicas asociadas a bajo aporte antioxidante sostenido.
Discusión
La discusión del artículo analiza el significado fisiológico y clínico de las correlaciones entre micronutrientes y metabolitos asociados al balance redox, señalando varios puntos clave.
Vitaminas antioxidantes: rol diferencial y correlaciones detectadas
- a) Vitamina C
Se observó asociación negativa con 3-aminoisobutirato y correlación positiva post-partido con lactato.
Los autores interpretan esto como reflejo del predominio del metabolismo glucolítico en competición, donde lactato aumenta y piruvato disminuye. La vitamina C, al ser antioxidante hidrosoluble directo, podría estar actuando como amortiguador parcial de ROS producidas en el ejercicio intenso.
- b) Vitamina E
Fue el micronutriente con mayor número de interacciones.
Se correlacionó positivamente con marcadores metabólicos relacionados con:
- piruvato,
- malonato,
- metilhistidinas (indicadores indirectos de proteólisis muscular).
Los autores proponen dos interpretaciones:
- cuando la vitamina E es insuficiente, no logra contrarrestar el daño oxidativo inducido por el ejercicio, reflejándose en mayor catabolismo proteico;
- los metabolitos podrían reflejar procesos de reparación muscular donde la vitamina E participa indirectamente.
Esta observación es relevante, ya que gran parte de las jugadoras reportaron ingesta < EAR.
- c) Vitamina A
Mostró menor número de correlaciones, destacando reducción de BAIBA post-partido, metabolito asociado a oxidación lipídica.
Aunque interesante, los autores señalan que no es suficiente para establecer implicaciones funcionales.
Minerales antioxidantes
Zinc
Se relacionó con succinato y malonato, rutas vinculadas a ciclo TCA y estrés oxidativo mitocondrial.
Además, se asoció negativamente con metilguanidina, metabolito considerado indicativo de daño oxidativo sistémico.
Los autores subrayan que un déficit de zinc puede afectar enzimas antioxidantes dependientes, especialmente superóxido dismutasa.
Magnesio
Fue el nutriente con mayor probabilidad de déficit.
Mostró correlación negativa consistente con glicina.
Dado que glicina participa en la síntesis de glutatión, los autores sugieren que a menor magnesio, mayor utilización de glicina para compensar estrés oxidativo.
También se observó relación con malónico, señal de alteración mitocondrial.
Selenio
Se asoció positivamente con piruvato y marcadores proteicos, y negativamente con glicina.
Dado que el selenio participa directamente en glutatión peroxidasa, los autores hipotetizan que su adecuada ingesta aumenta actividad antioxidante basal.
Interpretación global
Los resultados integrados muestran un patrón reiterado:
- Ácido malónico aumentó en relación con mayor ingesta de antioxidantes, sugiriendo un estado previo de activación oxidativa.
- Glicina disminuyó cuando la ingesta era mayor, posiblemente reflejando utilización metabólica en glutatión.
El análisis DIABLO confirmó que pre-partido era el momento donde más claramente se expresaba la relación dieta-metabolitos, interpretándose como actividad antioxidante basal precompetencia.
Conclusiones
El artículo concluye que:
- La ingesta de micronutrientes antioxidantes fue insuficiente en la mayoría de jugadoras, exceptuando vitamina C y selenio.
- Se identificaron asociaciones consistentes entre déficits nutricionales y perfiles metabólicos compatibles con estrés oxidativo y daño muscular.
- La metabolómica urinaria es útil para monitorizar este estado biológico longitudinalmente.
- Estos hallazgos justifican ensayos futuros de intervención nutricional personalizada en fútbol femenino
Acceso libre al artículo original en: https://www.fisiologiadelejercicio.com/wp-content/uploads/2025/12/Metabolomic-profiles-and-antioxidant-intake.pdf
Referencia completa:
Gouveia MMS, Nascimento MBA, Crispim AC, da Rocha ER Jr, Santos MPP, Bento ES, Aquino TM, Balikian P Jr, Rodrigues NA, Ataide-Silva T, de Araujo GG, Sousa FAB. Metabolomic profiles and antioxidant intake in female soccer players: a cross-sectional study. Eur J Appl Physiol. 2025 Nov;125(11):3115-3127. doi: 10.1007/s00421-025-05808-z.



