La variabilidad individual en las respuestas tradicionales de los factores de riesgo cardiovascular a diferentes modalidades de ejercicio no se ha abordado directamente en humanos mediante un diseño cruzado aleatorio.
Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Thomas y col, 2022; PLoS One 6-sep; doi: 10.1371/journal.pone.0274082) que analiza los efectos de los entrenamientos de fuerza y resistencia aeróbica sobre factores de riesgo cardiovascular.
Métodos: Se evaluó el peso corporal y el índice de masa corporal, la presión arterial en reposo, la glucosa en sangre, la insulina y los lípidos en 68 adultos sanos no entrenados (26 ± 6 años) que se sometieron a tres meses de entrenamiento físico dirigido a mejorar la condición cardiopulmonar (resistencia aeróbica) y entrenamiento de fuerza, separados por tres meses de lavado.
Resultados: hubo aumentos significativos en el peso y el índice de masa corporal después de la fuerza (+0,8 kg, P<0,01; y +0,26 kg/m2, P<0,01, respectivamente), pero no en resistencia aeróbica (+0,1 kg, P = 0,75; y +0,03 kg/m2, P = 0,70, respectivamente). Aunque no hubo cambios de grupo significativos como resultado del entrenamiento en otros factores de riesgo cardiovascular, la tasa de respuesta positiva para todas las variables osciló entre el 27 y el 49 % para la fuerza y entre el 42 y el 58 % para la resistencia aeróbica. Entre el 39-59% de los individuos que no respondieron a la fuerza respondieron a la resistencia, y el 28-54% de los que no respondieron a la resistencia aeróbica respondieron a la fuerza.
Conclusión: mientras que, en promedio, 12 semanas de resistencia aeróbica o fuerza no cambiaron la mayoría de los factores de riesgo cardiovascular, muchos sujetos mostraron respuestas positivas sólidas. La modalidad de ejercicio tuvo un impacto en la proporción de sujetos que respondieron al entrenamiento, y la falta de respuesta a un modo de entrenamiento no implicó la falta de respuesta al modo alternativo. Aunque el efecto del ejercicio sobre un solo factor de riesgo puede ser modesto, el efecto sobre el perfil general de riesgo cardiovascular puede ser espectacular.
