La posibilidad de afectación cardíaca como secuela de COVID-19, especialmente miocarditis, debe ser considerada e investigada antes de que los deportistas regresen al entrenamiento y la competición, ya que puede existir un riesgo arritmogénico durante el esfuerzo.
Recientemente se ha publicado un posicionamiento (Sabino de Souza Colombo y col, 2021; Arq Bras Cardiol 116:1213; doi: 10.36660/abc.20210368) sobre el procedimiento a seguir para que los deportistas que hayan padecido el contagio por COVID-19 puedan regresar a los entrenamientos y/o competición de forma segura.
Un examen profundo de salud del deportista después de la plena recuperación de COVID-19 es imprescindible, incluyendo historia clínica, exploración y electrocardiograma para todos los pacientes. Otras exploraciones como ecocardiografía, enzimas cardiacas o resonancia magnética pueden ser necesarias, especialmente en atletas de competición.
Deportistas diagnosticados con miocarditis en la fase aguda deben esperar al menos 3 meses antes de someterse a exploraciones médicas y considerar la posibilidad de reanudar el ejercicio. Además, los autores sugieren que los deportistas que pasaron el COVID-19 y se recuperaron sin secuelas aparentes, además de someterse a una evaluación inicial, deben ser valorados a medio y largo plazo para su total seguridad para competir en deportes de alta intensidad, dada la cantidad limitada de conocimiento sobre el curso tardío de la enfermedad.