Zumo de remolacha en insuficiencia cardiaca

doctor-e-icono-paciente-mayorLa administración de zumo de remolacha ha mostrado en algunos estudios efectos positivos sobre la capacidad funcional durante el ejercicio en sujetos sanos. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Eggebeen y col, 2016; JACC Heart Fail 2-feb) cuyo objetivo fue determinar si una dosis aislada o una administración diaria durante 1 semana de nitrato inorgánico podría mejorar la tolerancia al ejercicio en pacientes con insuficiencia cardiaca con fracción de eyección preservada (HFpEF). La intolerancia al ejercicio es la primera manifestación de HFpEF y es debido principalmente a factores no cardiacos que reducen la cesión de oxígeno a los músculos activos. Un estudio reciente mostró mejora de la capacidad de ejercicio en pacientes HFpEF después de una dosis única de zumo de remolacha, mientras que otro estudio no logró demostrar efectos positivos. Los pacientes recibieron una dosis única de zumo de remolacha (6,1 mmol de nitrato) o un placebo. En una segunda fase, se administró una dosis diaria durante 1 semana de zumo de remolacha o un placebo. Para valorar la capacidad funcional se valoró el tiempo hasta el agotamiento en un test de cicloergómetro realizado hasta el agotamiento al 75% Wmax. Los resultados no mostraron efectos adversos asociados a la intervención. La capacidad de ejercicio mejoró en un 24% después de una semana de suplementación, pero no se observaron efectos de la dosis única de zumo de remolacha. Por otra parte, el consumo de zumo de remolacha redujo de manera significativa la presión arterial sistólica. Los autores sugieren que una semana de administración diaria de zumo de remolacha mejora la capacidad funcional de los pacientes con insuficiencia cardiaca, mejorando al mismo tiempo el control de la presión arterial.

Existe un desequilibrio inexplicable entre la recomendación de ayudas ergogénicas eficaces y seguras en personas sanas que buscan salud o alguna modalidad de rendimiento, y la prescripción de esas mismas ayudas en pacientes o poblaciones especiales (especialmente en edad avanzada). Aunque esta situación no es sorprendente, teniendo en cuenta que en la mayoría de los casos la prescripción de ejercicio (cuando está médicamente indicado) se realiza de manera inespecífica y carente de una adecuada dosificación a pesar de la fuerte evidente científica que apoya una adecuada posología, lo cierto es que los médicos deberíamos al menos valorar la conveniencia de prescribir alguna de esas ayudas ergogénicas que han mostrado eficacia y seguridad y que podría mejorar la calidad de vida de muchos pacientes sin interferir en el tratamiento médico coadyuvante.

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