En el entrenamiento de fuerza lo habitual es no realizar periodos de recuperación activa después del entrenamiento. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Taipale y col, 2017; Eur J Appl Physiol 10-nov) cuyo objetivo fue examinar las respuestas hormonales y musculares a una sesión de entrenamiento de fuerza (prensa de piernas bilateral (LP), 10×10 1RM) seguido de recuperación activa (AR, LP 10 x 10 x 30%1RM) o pasiva (PR, sentado). Las medidas de control se realizaron antes y después de la carga, así como antes y después de la recuperación y a la mañana siguiente. Los resultados mostraron mayores concentraciones séricas de hormona luteinizante (LH) en AR que en PR en la mañana siguiente al ejercicio, sin diferencias en los niveles de testosterona (T), cortisol (C) o globulina transportadora de hormonas sexuales (SHBG). En valores relativos, se observó mayor respuesta a la mañana siguiente en AR que en PR, en los niveles de LH y T. La fuerza máxima isométrica (MVC) y la altura del salto contramovimiento (CMJ) disminuyeron significativamente tanto en AR como en PR, retornando a los niveles iniciales a la mañana siguiente. No se observaron diferencias entre grupos en CMJ ó MVC. Se sugiere, por los resultados obtenidos, que la recuperación activa parece tener efectos más favorables después de un entrenamiento de fuerza intenso, aunque la función muscular no se vio afectada.
Los protocolos idóneos de recuperación entre sesiones de fuerza están aún por definir en muchos casos. Este estudio es una muestra de ello. Los deportistas que han de entrenar fuerza con mucha frecuencia necesitan optimizar el periodo de recuperación para conseguir mayores adaptaciones. Desde luego es inusual la realización de un periodo de recuperación activa después de entrenar una rutina de fuerza determinada. Interesante tema que seguiremos en el futuro para intentar ofrecer aplicaciones prácticas más o menos estandarizadas.
