La combinación de ejercicio aeróbico y fuerza parece óptima para reducir la presión arterial durante el ejercicio

Tanto el entrenamiento aeróbico en sus distintas modalidades, como el entrenamiento de fuerza han mostrado su eficacia en la reducción de la presión arterial en personas con hipertensión arterial limítrofe. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Niño y col, 2017; Eur J Appl Physiol 13-sep) cuyo objetivo fue evaluar los efectos de programas de entrenamiento aeróbico, de fuerza o mixto (aeróbico + fuerza) sobre la presión arterial, tanto en reposo como en ejercicio submáximo en personas sanas. Los sujetos participantes se distribuyeron aleatoriamente en diferentes grupos: aeróbico, fuerza, mixto y control. Los grupos que entrenaron lo hicieron 3 días/semana durante 60 min en un periodo de 6 semanas. Se realizaron test submáximos en cicloergómetro antes y después del periodo de entrenamiento y 3 semanas después de dejar de entrenar (desentrenamiento).  Los resultados mostraron que en el test submáximo, tanto la presión sistólica como la diastólica disminuyeron significativamente después del periodo de desentrenamiento en todos los grupos que realizaron ejercicio. Sin embargo, entre los valores pre-entrenamiento y después del desentrenamiento, las reducciones en reposo solo se obtuvieron en el grupo de entrenamiento mixto. Los autores sugieren que, aunque todas las modalidades de entrenamiento tuvieron efectos similares sobre la presión arterial durante ejercicio submáximo, el protocolo mixto (aeróbico + fuerza) puede ser óptimo para conseguir una reducción de la presión arterial al sumar efectos por diferentes vías fisiológicas.

Los programas de ejercicio terapéutico dirigidos a pacientes hipertensos tienen un efecto limitado en el control total de la presión arterial, pero sin duda contribuyen a la normalización de los valores en la mayoría de los casos. No parece que la modalidad de ejercicio empleado sea un factor claramente diferencial en los efectos conseguidos por lo que en mi opinión está claro que el ejercicio debe formar parte siempre de la estrategia terapéutica, pero en la selección de la modalidad de ejercicio se tendrá en cuenta la preferencia del paciente.

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