¿Inmersión en agua fría para recuperar? cada vez menos evidencia

Ya hemos hablado bastante de la posible utilidad de la aplicación de frío en sus distintas modalidades sobre la mejora de la recuperación post-ejercicio. Aunque podemos encontrar resultados encontrados, la tendencia de las conclusiones en conjunto parece que señalan a una escasa utilidad. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (de Freitas y col, 2017; J Strength Cond Res 8-mar) cuyo objetivo fue investigar los efectos de la inmersión diaria en agua fría (CWI) en jugadores de voleibol (volleyball) sobre test de rendimiento, daño muscular e inflamación, hormonas y estrés oxidativo. La CWI se efectuó en 5 días consecutivos, evaluando las distintas pruebas y mediciones en los días 1, 3 y 6 post-ejercicio. El dolor muscular y el test de salto contramovimiento (CMJ) se valoraron diariamente. Los resultados no mostraron efectos diferenciales importantes entre CWI y placebo en CMJ, DOMS y CK. No se observaron tampoco diferencias entre grupos en estrés oxidativo y marcadores inflamatorios. El cortisol sérico solo descendió en el grupo CWI, y los niveles del índice testosterona/cortisol y la IGF-1 fueron más elevados en el grupo CWI. Los autores concluyen que, a pesar de los efectos positivos encontrados en edema muscular y estado hormonal, los efectos limitados de la aplicación diaria de agua fría sobre rendimiento (CMJ), daño muscular, marcadores inflamatorios y estrés oxidativo, restan importancia a la recomendación de aplicar baños de agua fría diariamente como método de mejora de la recuperación en jugadores de vóley.

Las investigaciones que cuestionan la eficacia de la aplicación de frío post-ejercicio como medio para mejorar la recuperación son cada vez más numerosas. A día de hoy, todo apunta que, a nivel práctico, no hay mucha evidencia científica que justifique su recomendación.

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