Influencia de la actividad física sobre la masa ósea en la adolescencia

La osteoporosis aumenta su incidencia según avanza la edad, siendo una enfermedad silente que no se vincula a signos o síntomas relacionados con el descenso de la densidad mineral ósea, siendo en muchas ocasiones las fracturas la primera presentación de la enfermedad. La prevención de la osteoporosis maximizando la adquisición de la masa ósea durante los años de crecimiento, manteniendo la misma en la edad adulta y frenando su descenso en edad avanzada, son elementos clave.

La adolescencia ofrece una ventana de oportunidad para alcanzar el pico de masa ósea, siendo probablemente la oportunidad final para maximizar la misma.

Distintos factores pueden contribuir a la salud ósea de los adolescentes: actividad física, medicaciones, peso corporal, estado nutricional, tabaquismo, etc.

El ejercicio en esta etapa de la vida es clave en la prevención de la osteoporosis.

Recientemente se han publicado los resultados de una revisión sistemática (Zulfarina y col, 2016; Iran J Public Healtth 45: 1545-1557) cuyo objetivo fue examinar la influencia de la actividad física en la adolescencia en la adquisición del pico de masa ósea. De los nueve estudios que cumplieron los criterios de inclusión, ocho observaron una asociación positiva entre la actividad física desarrollado por los adolescentes y la masa ósea.

Los resultados más relevantes del estudio fueron:

  1. La respuesta ósea al estrés mecánico se limita a la región que soporta la carga.
  2. El aumento de la actividad física de manera regular durante la edad de acumulación de minerales óseos es clave para fomentar la adquisición ósea (masa ósea, geometría ósea, arquitectura ósea y fuerza ósea) como un todo

Por lo tanto, la implementación de actividad física regular iniciada en los primeros años de vida, particularmente durante la adolescencia, es la clave para lograr un hueso sano y una forma práctica de superar la creciente incidencia de osteoporosis y el riesgo futuro de fractura.

El ejercicio físico estructurado como entrenamiento ha mostrado ampliamente su eficacia como coadyuvante en el tratamiento de muchas enfermedades, aunque en la mayoría de ellas con efectos limitados por la propia patología. Siendo muy importante la inclusión del ejercicio físico en los procesos de curación de muchas enfermedades, donde el ejercicio adquiere su principal razón de ser es en la prevención de muchas de esas enfermedades. En este contexto, la prevención de la osteoporosis por medio del ejercicio en los primeros años de vida hasta la adolescencia es clave en el proceso, constituyendo uno de los aspectos con mayor repercusión para la salud de millones de personas, especialmente en mujeres.

Los graduados en Ciencias de la A. Física y del Deporte tienen la responsabilidad de liderar la aplicación de programas de ejercicio eficaces, especialmente en los años de crecimiento de los niños y adolescentes.

Solo el conocimiento profundo de la fisiología del hueso, del niño y del adolescente, y de sus respuestas ante diferentes estímulos vinculados al ejercicio pueden dar la oportunidad de diseñar programas eficaces en mejorar la masa ósea de esta población.

En cuestión de aplicación de programas de ejercicio vinculados a la salud tengo la impresión de dejarnos llevar por un afán desmedido por introducir ejercicio en el proceso de curación/rehabilitación de muchas patologías (cuyos efectos son limitados en la mayoría de las ocasiones), olvidando que el verdadero poder del ejercicio está en la PREVENCIÓN de las enfermedades.

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