Entrenamiento de fuerza vs electroestimulación en edad avanzada

(post destacado 2016) La sarcopenia (pérdida de masa y función muscular en edad avanzada) se asocia a un descenso de la fuerza, movilidad y riesgo de caídas en edad avanzada. El descenso del tamaño y número de miofibrillas, así como la reducción de neuronas motoras (especialmente de unidades motoras rápidas), que habitualmente provoca un fenómeno de remodelación de unidad motora (reinervación de fibras musculares lentas), es común en ancianos. Distintos estudios han mostrado que el ejercicio puede retrasar este deterioro en la función muscular. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Zampieri y col, 2016; Eur J Transl Myol 25: 237-42) cuyo objetivo fue comparar los efectos de entrenamiento de fuerza (press de piernas LP) vs electroestimulación (ES) en un grupo de ancianos, durante un periodo de 9 semanas. Antes y después del periodo de entrenamiento los sujetos realizaron distintas pruebas funcionales, obteniéndose igualmente una muestra de tejido muscular por biopsia del músculo vasto lateral de ambas piernas. Los resultados mostraron la ausencia de signos de daño muscular y/o inflamación después del periodo de entrenamiento. Los test funcionales mostraron que ambos protocolos mejoraron la fuerza y la movilidad de los sujetos. El protocolo ES aumento significativamente el tamaño de las fibras rápidas, junto con un aumento de las células satélite. Un significativo descenso del diámetro de las fibras lentas fue observado con ambos protocolos. Los autores sugieren que aunque ambos protocolos demostraron efectividad en la mejora de la capacidad funcional de músculos envejecidos, la electroestimulación demostró seguridad y eficacia para contrarrestar la atrofia de fibras rápidas, típicamente asociadas con el envejecimiento de las fibras musculares.

El descenso del tamaño y función musculares, junto con las limitaciones funcionales de los sistemas asociados al aporte de energía de los músculos, caracterizan al sujeto de edad avanzad, promoviendo un estilo de vida sedentario, y con ello estableciendo un círculo vicioso de pérdida de función y descenso de actividad física, llevando a un deterioro de la calidad de vida y un mayor riesgo de mortalidad. La electroestimulación parece mostrarse como una técnica alternativa al ejercicio tradicional para tratar de frenar ese deterioro, por lo que deberán establecerse los protocolos más seguros y eficaces, así como las contraindicaciones (si las hubiera) en su aplicación.

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