Las supervivientes de cáncer de mama presentan un riesgo considerablemente mayor de sufrir eventos cardiovasculares, principalmente debido a los efectos cardiotóxicos de los tratamientos oncológicos, como la quimioterapia y la radioterapia. Este riesgo se ve exacerbado por condiciones preexistentes y la reducción significativa de la actividad física después del diagnóstico de cáncer. Las estadísticas muestran que las mujeres con antecedentes de cáncer de mama tienen un 9% más de probabilidades de morir por enfermedades cardiovasculares en comparación con las mujeres sin cáncer.
El ejercicio físico es una herramienta bien establecida para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, la mortalidad relacionada y mejorar factores de riesgo fisiológicos como la hipertensión y la diabetes tipo II. Sin embargo, a pesar de estos beneficios, muchas supervivientes de cáncer de mama enfrentan barreras para mantener una actividad física adecuada durante y después del tratamiento. En Estados Unidos, solo el 37,7% de estas mujeres cumplen con las recomendaciones de ejercicio aeróbico y apenas el 17,6% realizan ejercicios de fuerza, porcentajes más bajos que en la población sin cáncer.
Además, existen disparidades significativas en la participación en el ejercicio y en los resultados de salud cardiovascular entre diferentes grupos raciales y socioeconómicos. Las mujeres negras e hispanas, por ejemplo, son menos propensas a cumplir con las recomendaciones de ejercicio y tienen mayores tasas de mortalidad cardiovascular en comparación con las mujeres blancas. Esta disparidad sugiere que las características demográficas y socioeconómicas podrían influir en la efectividad del ejercicio sobre la salud cardiovascular, lo que resalta la necesidad de desarrollar programas de ejercicio más personalizados.
La evidencia de estudios de intervención sugiere que el ejercicio puede mejorar la función cardiopulmonar y reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares en supervivientes de cáncer de mama. Sin embargo, estos estudios suelen implicar un alto grado de supervisión y apoyo conductual, lo cual puede no ser factible en la práctica clínica diaria fuera de un entorno de investigación. Además, la falta de diversidad en la población estudiada limita la generalización de los resultados a poblaciones subrepresentadas y con menor acceso a recursos de salud.
En este contexto, los estudios observacionales ofrecen una visión valiosa del impacto del ejercicio en escenarios reales. Estos estudios permiten evaluar cómo la actividad física influye en la salud cardiovascular de manera natural, sin las restricciones y el apoyo intensivo de un ensayo clínico. Por ello, esta revisión se centró en analizar la evidencia observacional disponible sobre la relación entre el ejercicio (aeróbico y de fuerza) y la salud cardiovascular en supervivientes de cáncer de mama de diferentes orígenes raciales, étnicos y socioeconómicos.
Los resultados de esta revisión sugieren que el ejercicio aeróbico podría tener un efecto protector contra las enfermedades cardiovasculares en las supervivientes de cáncer de mama. Dos análisis ajustados indicaron que la participación en ejercicio aeróbico estaba asociada con una reducción significativa en el riesgo de eventos cardiovasculares, enfermedades coronarias e insuficiencia cardíaca. Sin embargo, se encontraron pocos datos ajustados que evaluaran la relación entre el ejercicio de fuerza y otros resultados cardiovasculares importantes, lo que representa una laguna en el conocimiento actual.
Los análisis no ajustados, en su mayoría basados en estudios transversales, mostraron que la actividad física podría estar asociada con mejores resultados en la función cardíaca, un menor riesgo de diabetes, hipertensión, mejores perfiles de colesterol y una menor prevalencia de enfermedades renales. Aunque estos resultados son prometedores, la falta de ajuste por factores de confusión limita la capacidad para establecer una relación causal directa.
En términos de función cardíaca, un estudio encontró que el aumento del ejercicio se asociaba con una modesta mejora en la fracción de eyección del ventrículo izquierdo, un indicador clave de la función cardíaca. Otros estudios sugirieron que la actividad física podría influir positivamente en la función ventricular diastólica y sistólica, especialmente durante el tratamiento del cáncer de mama. Estos hallazgos son consistentes con la evidencia previa que muestra que el ejercicio puede mitigar algunos de los efectos cardiotóxicos de los tratamientos oncológicos.
Respecto a la diabetes, la revisión incluyó varios estudios que exploraron la relación entre el ejercicio y los marcadores de glucosa en sangre. Uno de los estudios observó que las mujeres que realizaban ejercicio regularmente tenían niveles más favorables de péptido C, leptina y factores de crecimiento insulínico, lo que sugiere una mejor regulación metabólica. Otros estudios mostraron una menor prevalencia de diabetes entre las mujeres que cumplían con las recomendaciones de ejercicio.
En cuanto a la hipertensión, la revisión mostró resultados mixtos. Aunque algunos estudios indicaron que las mujeres que realizaban ejercicio tenían una menor prevalencia de hipertensión, otros no encontraron diferencias significativas en la presión arterial entre quienes cumplían y quienes no cumplían con las recomendaciones de actividad física. Estos resultados destacan la necesidad de más estudios longitudinales que permitan evaluar cómo la intensidad, la frecuencia y el tipo de ejercicio pueden influir en el control de la presión arterial en esta población vulnerable.
El análisis de los niveles de colesterol también reveló que el ejercicio podría estar asociado con un perfil lipídico más saludable. En particular, las mujeres activas tenían una menor prevalencia de hipercolesterolemia e hiperlipidemia, lo que podría reducir su riesgo de eventos cardiovasculares a largo plazo.
Sin embargo, un hallazgo preocupante de esta revisión es la escasez de estudios que evalúen cómo la relación entre el ejercicio y la salud cardiovascular varía según la raza, la etnia y el estatus socioeconómico. Aunque algunos estudios se centraron específicamente en mujeres asiáticas o negras, la mayoría incluyó predominantemente a mujeres blancas, lo que limita la capacidad de evaluar las diferencias en grupos minoritarios. Esta falta de diversidad en la investigación podría contribuir a perpetuar las disparidades de salud, ya que las intervenciones basadas en la evidencia podrían no ser igualmente efectivas en todas las poblaciones.
Las disparidades en la salud cardiovascular basadas en la raza, la etnia y el nivel socioeconómico están bien documentadas en la población general. Factores como el acceso desigual a programas de ejercicio, la menor educación en salud y las barreras socioeconómicas pueden influir en la capacidad de las supervivientes de cáncer de mama para participar en actividades físicas beneficiosas. Por lo tanto, futuros estudios deberían no solo ser más inclusivos, sino también evaluar cómo intervenciones específicas basadas en la comunidad podrían ayudar a superar estas barreras.
Finalmente, esta revisión subraya la importancia de promover el ejercicio no solo como una medida de prevención secundaria para las supervivientes de cáncer de mama, sino como una intervención terapéutica clave para mejorar su calidad de vida y reducir el riesgo de comorbilidades. El desarrollo de programas accesibles y adaptados a las necesidades individuales de estas mujeres podría tener un impacto significativo en la reducción de las disparidades en salud cardiovascular.
En resumen, aunque el ejercicio aeróbico muestra un potencial claro para mejorar la salud cardiovascular en las supervivientes de cáncer de mama, persisten importantes lagunas en la evidencia, especialmente en relación con el ejercicio de fuerza y las diferencias basadas en características demográficas y socioeconómicas. Es esencial realizar más investigaciones longitudinales y diversificadas para desarrollar intervenciones de ejercicio más efectivas y equitativas. Además, se necesita un enfoque multidisciplinario para apoyar a estas mujeres, ofreciendo programas de ejercicio adaptados y accesibles que puedan integrarse en la práctica clínica y en la vida diaria de las pacientes.
Acceso libre al artículo original en: http://www.fisiologiadelejercicio.com/wp-content/uploads/2025/03/Exercise-and-cardiovascular-health-among-breast-cancer.pdf
Referencia completa:
Wilson OWA, Wojcik KM, Cohen CM, Kamil D, Butera G, Matthews CE, Dieli-Conwright CM, Jayasekera J. Exercise and cardiovascular health among breast cancer survivors: a scoping review of current observational evidence. Cardiooncology. 2025 Feb 26;11(1):24. doi: 10.1186/s40959-025-00310-z.