La máscara de entrenamiento en altitud (“Elevation Training Mask 2.0”, ETM) en un sistema que pretende simular condiciones de entrenamiento en altitud. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Jagim y col, 2017; S Trength Cond Res 27-oct) cuyo objetivo fue investigar los efectos agudos de ETM sobre el rendimiento en fuerza, marcadores de estrés metabólico y tasa de percepción de fatiga mental. Participaron deportistas aficionados de levantamiento de pesas que completaron 2 sesiones de sentadillas (“back squat”) y press de banca (6 series de 10 repeticiones al 85% 5RM, 7ª serie al fallo), así como un test máximo de esprint (18% masa corporal) con máscara (ETM) y sin ella (NM). Los resultados mostraron efectos secundarios en un 12% de los participantes cuando entrenaron con máscara. No se observaron diferencias en las repeticiones o trabajo total entre condiciones. La velocidad pico en los diferentes movimientos fue menor en el grupo ETM. Los niveles de lactato post-ejercicio fueron menores después de press de banca y test de esprint. Cuando los deportistas utilizaron la máscara se evidenció una menor concentración en el entrenamiento. En resumen, entrenar fuerza con máscara de entrenamiento en altitud no atenúa la capacidad de cumplir el volumen de entrenamiento, pero si disminuye la velocidad de ejecución y la atención durante el entrenamiento.
Lo cierto es que la utilización de la máscara de entrenamiento en altitud durante sesiones de entrenamiento de fuerza no es un placebo, sino que afecta a la realización de la tarea fisiológica a desarrollar. Por tanto, podemos considerar que ante respuestas diferentes podríamos alcanzar adaptaciones distintas a medio y/o largo plazo, aunque esto está en este momento en el terreno de la especulación. Las investigaciones futuras nos irán mostrando si finalmente entrenar con la máscara en ventajoso o no lo es. Por ahora, más bien prudencia a la hora de entusiasmarse con el sistema.
