La rehabilitación cardíaca constituye probablemente el proceso de aplicación de ejercicio terapéutico más extendido y eficaz. También se muestra como el que más experiencia ha generado en cuanto a eficacia y seguridad para los pacientes, situándose en primera línea de aplicación en la mayoría de los hospitales del mundo. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Taylor y col, 2017; Open Heart 4(2):e000623) cuyo objetivo fue investigar la relación entre la participación en programas de ejercicio, “dosis de ejercicio” expresado como equivalente metabólico (MET) horas/semana y pronóstico, en pacientes que realizaron programas de rehabilitación cardíaca. Participaron en este estudio 435 pacientes. La intensidad MET utilizada fue estimada utilizando los resultados de test submáximos y las correspondientes prescripciones de ejercicio. La participación en los programas fue monitorizada de manera rutinaria. Se utilizaron análisis de regresión para identificar predictores a largo plazo de mortalidad por cualquier causa con relación a la dosis de ejercicio y a la duración de los programas. Los resultados mostraron 133 eventos durante un seguimiento medio de 14 años (rango: 1,2 a 18,9 años). La adherencia a los programas (>36 meses) se asoció con un descenso del 33% en el riesgo de mortalidad, en comparación al resto de periodos de duración del programa (2, 12 y 36 meses). No se pudo identificar una asociación entre la dosis de ejercicio y la mortalidad. Los autores concluyen que la dosis de ejercicio (MET-h por semana) parece menos importante que la adherencia de larga duración a los programas de ejercicio.
No creo que se pueda añadir muchas más evidencias científicas acerca de los beneficios de los programas de ejercicio en rehabilitación cardíaca. Ahora, hemos entrado en una fase de discusión de modalidades de entrenamiento (HIIT, continuo, mixto, etc.) que me parece justificado porque ello mejorará la eficacia del ejercicio. Sin embargo, nos seguimos olvidando de la parte más importante, que es como conseguir que nuestros pacientes se queden en los programas una vez que abandonan “la disciplina” hospitalaria. Probablemente este tema no sea una competencia médica, pero lo que sé es que si no conseguimos esa adherencia los esfuerzos de las pocas semanas de control hospitalario habrá servido para bien poco.
