Alcohol y ejercicio: cuidado con el “tercer tiempo”

cerveza(post destacado 2014) Hace unas semanas comentaba los resultados de un estudio (Vingren y col, 2013; Med Sci Sports Exerc 45: 1825) en el que los autores investigaron la biodisponibilidad de testosterona y del medio endocrino anabólico en respuesta a una ingesta de alcohol (etanol) después de un ejercicio estandarizado de fuerza. Los resultados mostraron que entre los 140 y 300 min post-ejercicio las concentraciones de testosterona, testosterona libre e índice de andrógenos libres fue mayor en las condiciones de consumo de alcohol. Recientemente se han publicado los resultados de otro estudio (Parr y col, 2014; PLoS One 12-feb) similar, pero en esta ocasión se investigó sobre los efectos del alcohol en el turnover de proteínas miofibrilares de músculo esquelético (síntesis de proteínas miofibrilares, MPS). Los sujetos realizaron una sesión de ejercicio intenso: fuerza (8×5 repeticiones de extensión de piernas al 80%1RM), seguido de 30 min de ejercicio continuo en bicicleta al 63% Wmax, seguido de interval training (10×30 s, 110% Wmax). Inmediatamente al terminar y a las 4 h los sujetos consumieron 25 g de proteínas de suero (PRO), la misma cantidad con alcohol (1,5 g/kg) (ALC-PRO) ó el equivalente calórico de hidratos de carbono con alcohol (ALC-CHO). Se obtuvieron muestras de músculo por biopsia en reposo y a las 2 y 8 h post-ejercicio. Los resultados mostraron que la fosforilación del mTOR 2 h después del ejercicio fue mayor en el grupo PRO, comparado con ALC-PRO y ALC-CHO. La tasa de MPS aumentó en todas las condiciones pero fueron menores (24-37%) cuando se ingirió alcohol. En resumen, el consumo de alcohol redujo la tasa de MPS aún ingiriéndolo con proteínas.

Este estudio aporta datos de los efectos negativos del consumo de alcohol sobre la respuesta anabólica en el músculo esquelético después de una sesión de ejercicio, algo que puede afectar a los procesos de recuperación y lo que es más importante a las adaptaciones fisiológicas al entrenamiento. A pesar de estos resultados, sigo pensando que en algunas ocasiones una cervecita después de entrenar supera en beneficios globales a los efectos deletéreos del alcohol.

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